El conductor más popular de la TV reconoce que intentó unificar la pareja con su ex esposa, pero no se pudo. Vuelve el lunes con Showmatch, en su temporada número 20
Desde principio de año Marcelo Tinelli es figura recurrente en los medios.Todos parecen saber qué siente, qué le pasa. Camisa negra y pantalón a tono de rayas finísimas, el dueño del rating recibe a Clarín en la sala de reuniones de su productora, Ideas del Sur. Amable y sin vueltas, lo cuenta él mismo.
¿Cómo estás?
Bien, acomodando cosas, acomodándonos todos a una vida diferente. Lo mas importante es que veo muy bien a mis hijos y eso es lo que más me importa. Desde ese lugar, me encuentro bien. Y el hecho de hacer un programa de humor me hace pensar que me voy a poder divertir. Estamos todos muy ilusionados con este reencuentro, sorprendiéndonos como chicos. El trabajo, en estos días, funciona como un buen refugio.
¿Es cierto que con Paula hicieron terapia de pareja todo el año pasado?
Sí. Lo primero que te digo es que tengo una excelente relación con Paula, eso habla de lo que ha sido nuestra relación. Es verdad que esto venía desde hace un tiempo e intentamos que mejorara hasta último momento. Bueno, no se pudo. Fue así. Lo intentamos.
¿Estás viviendo en Las Cañitas?
Si, en el departamento de un amigo. Después veré. Por estos días se dicen muchas cosas y tengo que entender que soy una persona pública. Algunos tomarán la separación con respeto y otros dirán cualquiera. Yo trato de hablar lo menos posible para cuidar a mi familia. Más adelante me mudaré con mis hijas mayores (Candelaria y Micaela, de su matrimonio con Soledad Aquino), que están viviendo conmigo, más allá de que alternan algunos días con la mamá.
Descontando lo obvio, ¿qué es lo que más cuesta de aprender a estar solo?
El hombre es un bicho de costumbres. Cuando uno se acostumbra a una manera de vivir, cambiarla no es fácil. Todo es diferente, todo cuesta. Hasta las cosas mínimas, como que la chica que trabaja en casa me pregunte qué cocinar. Y ni idea. A veces siento que vivo situaciones tragicómicas. Pero lo que cambia fundamentalmente es el tema de los chicos. Creo que lo estoy llevando bien. Te repito: para mí lo más importante es verlos bien.
¿Cómo los cuidás del acoso mediático?
Hablé muy claramente con ellos sobre lo que es una separación, lo que pasaba. Ellos saben perfectamente quiénes son sus padres. Yo ya lo he vivido a esto alguna vez. Como soy periodista, entiendo el trabajo de todos. Los primeros días, en vez de arriesgarme a una persecución, dejé que me tomaran una foto. Lo manejé mejor que en mi primera separación. Y con los chicos creo que hubo mucho respeto de parte de los medios. Tanto Paula como yo lo valoramos mucho y lo agradecemos.
¿Sos de contar lo que te pasa?
Algunos saben más, otros menos, algunos te miran diferente. Muchos padres del colegio se enteraron por las revistas y no saben cómo manejar la cosa. Es lógico.
¿Y vos sentís esa mirada?
Si, no me afecta, pero la siento. A veces me acerco para facilitar las cosas. Pasa hasta con amigos cercanos a la pareja, que no saben dónde ponerse, si de un lado, de otro o de los dos. En cualquier separación ocurre. Pero acá, cuando uno es público, se generan preconceptos. Aunque soy bastante parecido a lo que ven en la tele, no soy igual, no estoy todo el día haciendo chistes. Querer gustar a todo el mundo es imposible. Y por suerte eso lo pude cambiar con los años. La primera vez que me dijeron "qué mala onda", polaricé los vidrios. Me escondí. Ya no.
Mañana, cuando te pares frente a la cámara, ¿qué le vas a decir a la gente?
(Se ríe) Ya saben todo. No sé si va a ser el lugar para hablar. Por una cuestión de respeto a mis hijos y a Paula no tengo ganas de exponerme mucho. No sé qué puede pasar con Antonio Gasalla, a lo mejor me haga alguna pregunta y tendré que responder. Prefiero priorizar el respeto a mis hijos y a mi mujer. Ya veré, esas cosas no se estructuran.
¿Gasalla y Guillermo Francella van a ser tu forma de contarlo?
Para nada. Sé que pueden surgir esas interpretaciones, pero se dio así. Creo que en su momento Gasalla, cuando fue convocado al programa de Susana como Mamá Cora, fue para blanquear su separación (de Roviralta). Pero acá no. Desde el año pasado venimos hablando. Me encantaría que se quede todo el año.
Susana ya dijo que Antonio es de ella.
Tendremos que competir.
¿Por qué te rapaste y te tatuaste?
Me cansé del pelo largo. En el verano me paraban para ver si estaba comiendo bien.
Bueno, estás más flaco, te llenaste de imágenes religiosas...
Si, pero se dio todo junto. Lo del tatuaje lo armamos con Candelaria, que dibuja increíble. Me gustó el concepto de tener una obra de mi hija en el brazo. Y me generó como una adicción.
¿Sos una persona religiosa?
Soy una persona de fe. Creo en el amor y en la verdad. Para mí, Dios es amor. Hay una energía desde el amor muy importante. Y me gusta estar abierto a eso. Y ser lo más auténtico que pueda.
¿Por qué este año volvés al humor? ¿"Bailando..." estaba agotado?
No, terminó muy bien, como pasó en su momento con Ritmo de la noche. Sentía internamente necesidad de un cambio. No creo tener que esperar a que las cosas se desgasten para cambiar.
¿Sentiste en algún momento del año pasado que te fuiste de los límites?
Seguramente. Pero creo que un programa, cuando pasa límites a las 23, aunque esté mal, es menos trascendente que cuando lo ves repetido a toda hora, en todos los programas. Ese es un tema para replantearnos como productores. Porque lo que parecería que es favorable, porque otros ciclos hablan del tuyo, en algún lugar termina desgastando al producto. De todas maneras, no me estoy excusando. En cuanto a la vuelta al humor, es lo que se mantuvo siempre, con distintas variantes. Es el espíritu del programa. Hoy el humor es muy bienvenido, se coló hasta en los noticieros. Y este año va a haber para todos los gustos: notas de calle aggiornadas, sketches, chistes, nuevas figuras, cámaras sorpresas, humor político, grandes figuras invitadas...
No faltará quien te acuse de que 20 años después volvés a hacer lo mismo...
La gente es la que decide. Y mal no nos ha ido. Esto, como el fútbol, es materia opinable. Nosotros queremos festejar mostrando lo que hicimos a lo largo de nuestra historia. Por otra parte, gracias a internet muchas cosas siguen vigentes. Yo me reencuentro con material nuestro por mis hijos. Por ejemplo, a Francisco le gusta Kiss. No podía creer cuando vimos en YouTube la vez que los presenté en el programa. Va a volver el público multigeneracional.
También vuelve el humor político. ¿Este año es más fácil? Vos apoyaste a Kirchner en su momento y ahora vas a hacer "Gran cuñado".
No siento que apoyé ni que le saqué el apoyo a nadie. Tengo una relación cercana a todas las figuras importantes en todos los ámbitos, a través de un programa que ha sido importante y referente de la televisión. Es lógico que un presidente pueda estar en un sketch o participe en el programa, como pasó con todos los últimos presidentes. Pero más allá de que tenga una buena relación con Kirchner, como la he tenido también con otros, el humor político, salvo con Bailando..., siempre estuvo y nunca fue cargado de intencionalidad. Pero así como vamos a hacer parodias de políticos también habrá de deportistas. Espero que nadie se ofenda.
¿Nadie te llamó para que no lo metas en "Gran Cuñado"?
No, siempre existen esas conjeturas. Y no creo que nadie me llame.
Pero lo que decís importa: mirá lo que pasó cuando hablaste de inseguridad.
Jamás pensé que pudiera tomarse como algo desestabilizador, sólo fue una observación de la realidad. Dejé de hablar del tema para que nadie sienta que en mis palabras había intencionalidad. Pero no me arrepiento de lo que dije.
Algunos sectores del gobierno te acusaron de "ariete de Clarín".
Hoy va a haber todo tipo de comentarios. No puedo evitarlo.
¿Es cierto que después de tus declaraciones tuviste un llamado de la AFIP?
Hubo, curiosamente, un llamado de la AFIP para presentar unos papeles de 2002 en adelante. Y después, cuando tuvo que ir el contador le dijeron que ya no era necesario. Por ahí se dio de casualidad. Hay casualidades, ¿no?
Ser una pieza fundamental en la puja del rating de El Trece, ¿te presiona?
No, tengo claro para qué trabajo. A mí me gusta medir bien. Y si eso no pasa, le busco la vuelta.
Este año, el productor Alejandro Stoessel, que trabajaba con vos, se fue iniciándote acciones legales. ¿Cómo está el asunto?
En manos de abogados. Yo estoy muy tranquilo. El trabajó como empleado de Ideas del Sur y, como todos nosotros, aportó ideas. Me sorprendió muchísimo.
¿Qué te sigue motivando?.
Disfrutar el día a día. Me gusta tener una empresa que da trabajo a más de 500 personas, tener una fundación que ayuda a mucha gente, que los programas se vean en todo el mundo. Si miro hacia atrás y veo a aquél pibe que arrancó a los 29 y todo lo que me pasó, no puedo más que sentirme feliz. Veinte años de programa... Jamás imaginé que podía pasar.