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Rumsfeld comercializa en EEUU antiviral contra gripe porcina
El ex secretario de Defensa de Bush comercializa el Tamiflu, la droga ahora propiedad de Roche que, dicen, tendría cierto grado de eficacia para combatir el virus
28 de abril de 2009
Por Walter Goobar

La responsabilidad por la epidemia de gripe porcina no es de los cuadrúpedos, sino de otros cerdos que han convertido la alimentación en un activo más de mercado. Tampoco son ajenas a esta catástrofe las grandes transnacionales farmacéuticas, enfrentadas en una guerra sin cuartel con las necesidades de los países en vía de desarrollo empeñados en exigir la producción pública de antivírales genéricos como el Tamiflu que es comecializado en EEUU por una empresa del ex secretario de defensa Donald Rumsfeld.

A la epidemia del dengue que afecta a la Argentina, hay que sumarle ahora la amenaza de una pandemia causada por una gripe porcina que supuestamente se ha generado en México, donde ya hay más de 150 muertos, pero que amenaza con expandirse y desencadenar una carnicería equivalente a una guerra importante.

Ya han comenzado las primeras especulaciones científicas pero todavía no se ha escuchado ni un sólo cuestionamiento sobre las múltiples y profundas causas sociopolíticas que se esconden tras este tipo de fenómenos.

Antes de perderse en estériles debates sobre epidemiología, se debería mirar a la concepción de la alimentación como una industria más. Porque la culpa no es de esos cerdos, sino de otros que han convertido la alimentación en un activo más de mercado, sujeta a sus leyes y ajena a las de la naturaleza y la humanidad.

Antes de los cerdos fueron los pollos, las terneras y las ovejas las especies que afectaron a los humanos. Todas ellas son parte de una industria alimentaria que funciona a escala global.

Tampoco son ajenas a esta catástrofe las grandes transnacionales farmacéuticas, enfrentadas en una guerra sin cuartel con las necesidadesde los países en vía de desarrollo empeñados en exigir la producción pública de antivírales genéricos como el Tamiflu patentado por Roche pero comecializado en EEUU por el ex secretario de defensa Donald Rumsfeld.

Lo paradójico de esta inesperada gripe porcina es que había sido ya pronosticada con gran precisión. Hace seis años, la revista Science dedicó un extenso artículo para alertar sobre el peligro que, "tras años de estabilidad, el virus de la gripe porcina de la América del Norte ha dado un salto evolutivo vertiginoso".

En el libro "El monstruo llama a nuestra puerta", el investigador británico Mike Davis también advirtió en 2003 sobre el peligro de una gripe aviar pandémica de alcance mundial. Ahora, Davis , asegura en el diario The Guardian que la gran industria pecuaria globalizada ha sentado las bases para el brote de gripe porcina en México.

Davis sostiene que "el sector pecuario se ha visto transformado en estas últimas décadas en algo que se parece más a la industria petroquímica que a la feliz granja familiar que pintan los libros de texto en la escuela".

Davis señala que en 1965 había en los EEUU 53 millones de cerdos repartidos entre más de un millón de granjas; hoy, 65 millones de cerdos se concentran en 65.000 instalaciones. Eso ha significado pasar de las anticuadas pocilgas a ciclópeos infiernos fecales en los que, entre estiércol y bajo un calor sofocante, prestos a intercambiar agentes patógenos a la velocidad del rayo, se hacinan decenas de millares de animales con más que debilitados sistemas inmunitarios.

La del cerdo es una industria muy globalizada y con influencias políticas. Así como el gigante avícola Charoen Pokphand, radicado en Bangkok, fue capaz de desbaratar las investigaciones sobre su papel en la propagación de la gripe aviar en el sureste asiático, lo más probable es que la invewstigación del brote de gripe porcina termine chocando contra la muralla de la industria del cerdo. En México se sospecha que un epicentro de la gripe situado en torno a una gigantesca filial de Smithfield en el estado de Veracruz.

Otro antecedente es el mal de la vaca loca que se desató cuando en Gran Bretaña se alimentaron las vacas con harina elaborada en base a cadáveres de ovejas. La epidemia obligó a sacrificar cientos de miles de reses porque la industria alimentaria había tenido en cuenta que la Naturaleza no había preparado el organismo de los rumiantes para el canibalismo. Nadie pensó tampoco, que el mal podía transmitirse a los seres humanos hasta que en 1996 doce personas jóvenes fallecieron con sintomas similares. El caso demostró que la ciencia no es capaz de predecir el riesgo y el impacto que puede producir sobre la salud humana y animal la utilización de organismos modificados genéticamente.

Otra de las preguntas que nadie ha conseguido responder hasta ahora es ¿Por qué sólo están muriendo personas por gripe porcina en México, mientras que en EEUU la fiebre parece curable?

En el diario francés Le Monde, el articulista Hervé Morin escribe que "no se ha encontrado vínculo evidente entre las personas infectadas y la cría de puercos, dándose por cierto que el virus no se transmite por la ingesta de su carne".

A estto se agrega un dato más enigmático: los análisis muestran que la cepa que ataca en México es idéntica a la que se encontró en California. ¿Cómo explicar que sea mortal al sur del río Bravo y curable al norte? La OMS confesó no poder dar una respuesta a este interrogante.

Por ahora, lo único cierto es que la actual epidemia de miedo podría dar grandes ganancias a los laboratorios y en particular a uno del que es directivo Donald Rumsfeld. E ex secretario de Defensa de Bush es propietario desde hace 20 años del laboratorio Gilead Sciences, Inc. la firma con sede en California que fabrica y tiene los derechos de "Tamiflu", el supuesto remedio contra la influenza que aterroriza al mundo, según revela una investigación de la ONG canadiense Globalresearch. Algunas veces, la verdad es cochina.