Increíble. El país de la justicia con un solo ojo. La delincuente confesa de matar al policía Garrido podría quedar detenida en su domicilio por estar embarazada
Por Roberto Aguirre Blanco
Una vez más la interpretación de las leyes abren un debate cargado de sensaciones de injusticias.
Por pedido de los abogados defensores de Débora Acuña, la mujer que confesó ante el fiscal haber disparado dos balazos en la espalda y asesinado al policía Aldo Garrido en San isidro en febrero último, podría esperar el juicio en la comodidad de su domicilio por estar embarazada.
La información conmocionó a la comunidad de San Isidro que, hace pocos días, en homenaje a la memoria del que llamaban el “policía de todos”, no se paralizó por esta nueva acción de garantismo en la Justicia y comenzó a recolectar firmas para evitar esta acción judicial.
La viuda de Garrido, Marta Barberis, según informó el portal de zona norte adnnnoticias.com, estuvo este sábado en la zona comercial de San isidro y tuvo la seguridad de los comerciantes y vecinos de que reunirán firmas para evitar este hecho y, si es necesario, realizarán marchas y escarches antes los responsables de la medida.
“Estoy indignada, pero a la vez tengo la seguridad de que no podrá pasar porque además el ministro de Seguridad (Carlos Stornelli) me prometió que él será uno de los querellantes”, dijo la viuda de Garrido.
“Yo sólo espero que haya justicia por la memoria de mi esposo y el dolor de toda una comunidad. Espero la prisión perpetúa y la garantía de que no salgan nunca más, porque si no volverán a matar”, sostuvo Barberis.
Acuña, junto a su pareja Néstor Luque, recibieron el 17 de marzo la prisión preventiva
por parte del juez de Garantías de San Isidro Rafael Sal Lari, por homicidio criminis causa -para procurar la impunidad del robo- una acusación que podría darles la prisión perpetua.
La pareja acusada fue detenida a horas de la ejecución de Garrido y en su casa se hallaron las dos armas utilizadas para cometer el ataque, incluida la del propio policía.
Las pesquisas determinaron que Luque había salido de prisión el 2 de febrero, es decir 15 días antes del crimen, tras ser excarcelado por un tribunal oral de San Martín en una causa por robo calificado.
Los investigadores dieron rápidamente con los sindicados como autores del homicidio porque cuando la Policía Científica llegó a la escena del crimen halló dos boletos de un colectivo que los acusados habían tomado esa mañana desde Podestá a San Isidro, y una foto de un llavero con el rostro de su hijo.
"Las armas están escondidas en el baño", les dijo Luque a los policías apenas los vio, y allí se secuestraron una pistola calibre 9 milímetros y un revólver calibre 32 que, tras los peritajes, se comprobó que eran el arma reglamentaria robada de Garrido y otra usada en el asalto.
Según el resultado final de la autopsia, Garrido, de 61 años, recibió dos balazos de su propia arma y otros dos del otro revólver cuando quiso evitar un asalto al local de venta de ropa masculina "Kevingston", situado en Chacabuco 361, a la vuelta de los tribunales de San Isidro.
Ya herido por el arma de Luque, la mujer le quitó el arma reglamentaria a Garrido y lo remató con dos disparos en la espalda.