Es la cifra que calcula la OIT para el período 2009-2011. Especialistas aseguran que el proteccionismo creciente obstruye el intercambio comercial
Septiembre de 2008 pasó a la historia como el peor que haya atravesado el sistema financiero del principal país capitalista del mundo, Estados Unidos.
En menos de veinte días no sólo quebró Lehman Brothers con una deuda de 613.000 millones de dólares (casi dos veces el PBI de la Argentina), sino también, el gobierno de los EEUU se hizo cargo de las fundidas agencias hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac.
Mientras tanto, la Reserva Federal intervino la aseguradora AIG; facilitó la venta de Merrill Lynch al Bank of America; aceptó que Goldman Sachs y Morgan Stanley se convirtieran en bancos comerciales con aportes privados, y promovió la venta del Banco Wachovia al Citigroup.
La crisis en el sistema financiero también se propagó por Europa y Japón.
Pero el desplome económico todavía no encontró un piso. Una prueba elocuente es que la acción del Citigroup, que cotizaba a 55 dólares hace menos de dos años -cuando había recibido una inyección salvadora de capitales árabes-, se desplomó hasta niveles inferiores a 1 dólar en los últimos días.
Los bancos siguen fuera de control, por lo que la desconfianza se apoderó de todo el sistema. Con ella se esfumó el crédito, aún con tasas cada vez más cercanas a cero.
Así se pudo saber que los cinco principales bancos de inversión virtualmente quebrados habían distribuido utilidades por 37.000 millones de dólares en 2007, cuando ya era evidente que se avecinaba la crisis.
En el ambiente financiero comenzó a hablarse de "bancos zombis": están muertos pero asemejan estar vivos.
Seis meses después del derrumbe de Lehman Brothers, el mundo es otro, pero aún no aparecen las soluciones.
El vértigo con el que la crisis financiera dañó la economía real, llevó a la Organización Internacional del Trabajo a estimar que, en sólo dos años, se podrían perder 51 millones de empleo en el mundo, lo que equivale a 1,26 veces la población de la Argentina.
Los remates de casas en los EEUU provocó que millones de norteamericanos perdieran sus casas porque no pudieron pagar sus créditos. Muchos, ahora viven en moteles.
Apenas asumió, Obama se embarcó en una ofensiva para reanimar la mayor economía del mundo a fuerza de gigantescos planes de ayuda.
Nerviosas por la falta de reacción del sistema financiero, las bolsas de todo el mundo tuvieron varios días negros en los últimos seis meses.
La caída de varios bancos y la debilidad de otros drenaron el crédito global y generaron pánico en millones de ahorristas en decenas de países.
El terremoto financiero tuvo impacto directo en la economía real y fue sucedido por despidos y por millones de solicitudes de subsidios por desempleo.
Ansiosos por detener la debacle económica y presionados por el descontento social, gobiernos del Primer Mundo apelaron al proteccionismo.