Desde 1983 ningún gobierno pudo ganar la decisiva elección legislativa que marca el último tramo de la gestión. Buenos Aires distrito clave. ¿Néstor Kirchner podrá?
Por Roberto Aguirre Blanco
Los gobiernos exitosos no nunca pudieron en Argentina superar con éxito una elección clave en el proceso de la gestión y que marca el último tramo de la administración del oficialismo de turno.
Le ocurrió a Raúl Alfonsín en 1987 y luego a Carlos Menem una década exacta después, donde sus gobiernos fueron golpeados duramente por derrotas en los comicios a manos de una creciente oposición y descontento del electorado.
Esas derrotas, que marcaron los cambios políticos que llegaron en las elecciones presidenciales siguientes –dos años después— se elaboraron en procesos diferentes: en el caso del alfonsinismo con un mandato establecido para seis años de gobierno.
En el caso de la derrota del oficialismo de Carlos Menem en 1997 fue en la última elección legislativa de su gestión en su segundo mandato y en el octavo año de gobierno que se inicio en 1989.
Como una excepción a esta regla, que solo sirve para remarcar la endeble estructura institucional que ya sufría el gobierno de Fernando de la Rúa, esa gestión perdió abrumadoramente la primera elección legislativa que enfrentó en 2001, a dos meses del fatídico 19 y 20 de diciembre.
En este escenario, la elección de junio próximo se mide como un desafío muy exigente para el kirchnerismo, que se encuentra en el peor momento de popularidad de su gestión y que deberá además enfrentar el “karma” de un proceso electoral donde los gobiernos en gestión no pueden superar.
Los puristas hablarán del primer test electoral de la presidenta Cristina Kirchner, quien asumió en 2007, pero las reglas del juego planteadas por su esposo dejan bien claro que se trata de la elección clave que de someterse el proyecto político que ambos representan sin fisuras ni separaciones de bienes.
En 1987, al cuarto año de gobierno de Alfonsín, con la crisis inflacionaria y las asonadas golpistas golpeando la gestión de su gobierno, perdió en las elecciones legislativas en casi todo el país.
En el decisivo distrito bonaerense, también en esa elección se eligió gobernador y el tractor que empujó la victoria a nivel nacional fue la figura de Antonio Cafiero del Partido Justicialista.
Alfonsín había arrasado en las legislativas de 1985 donde fortaleció su poder nacional y en 1989, tras la derrota de dos años antes, el radicalismo perdió la presidencial a manos de Menem.
El mismo riojano sufrió este karma en 1997, cuando tras ganar la reelección de 1995 e imponerse a nivel nacional en las legislativas de 1991 y 1993, sufrió un duro golpe en el último test de su gestión.
Nuevamente fue la provincia de Buenos Aires el escenario elegido para la construcción de una nueva oposición y allí se elaboró el primer triunfo de la Alianza con la victoria de Graciela Fernández Meijide ante Hilda “Chiche” Duhalde.
Dos años después esa oposición fue gobierno al ganar la presidencial de 1999, aunque su proceso fue muy breve: en 2001 el gobierno de la Alianza perdió, en este caso ante el voto “castigo” donde también cayeron en esa derrota gran parte de la dirigencia política nacional.
En el territorio bonaerense ganó la oposición con Eduardo Duhalde como candidato a senador y que arrastró a un gran triunfo del PJ en las cámaras nacionales y provinciales.
La pregunta ante la casi segura candidatura de Néstor Kirchner a encabezar la lista en la provincia de Buenos Aires, si la oposición tendrá tiempo y estrategia para elaborar figuras que puedan aglutinar el voto que no tiene el oficialismo por el descontento y que pueda vencer al aparato del PJ.
Más allá del desgaste de la figura de la pareja presidencial, el gran desafío será de la oposición para proponer un candidato de peso ante la aún figura convocante del ex presidente.
Según manifestó hace unas semanas Rosendo Fraga en Asteriscos AM, por Radio El Mundo, la crisis global golpea mucho más a los oficialismos que al presentarse en elecciones durante este año pierden por desgaste de esta situación internacional que repercute mucho a nivel local.