Román Riquelme, símbolo de la era Pekerman y elegido por Basile para ser el capitán del nuevo ciclo, decidió dar un paso al costado.

Dijo que su madre sufría por las críticas que recibía Riquelme tras cada partido de la selección.

"Antes que nada está la salud de mi madre. Luego del Mundial de Alemania estuvo internada dos veces y mi obligación es cuidarla y no soy nadie para hacera sufrir", dijo el volante del Villarreal en declaraciones a Telenoche.

Por ahora no integrará el equipo nacional porque se siente cuestionado por un sector de la hinchada y no quiere generar problemas en el nuevo ciclo que inicia el Coco.

Debutó con la celeste y blanca el 16 de noviembre de 1997.

Cuando no estaba, lo pedían. Cuando estuvo, lo criticaron. Y un día dijo adiós. La relación entre Riquelme y la camiseta celeste y blanca, con la gente de por medio, se convirtió con el correr de los años en un cuento de amor y odio al mejor estilo de una novela mexicana.

Román debutó con la Selección mayor el 16 de noviembre de 1997, de la mano de Passarella y nada menos que en La Bombonera. El Kaiser lo hizo entrar en lugar de Gallardo a diez minutos del final del partido ante Colombia. Era el comienzo de una larga historia.

Con Carlos Bianchi como técnico, Riquelme agigantó si figura como manija del Boca que ganó todo entre 1998 y 2001. Y la opinión popular, encabezada por la gente y seguida por la prensa, comenzó a presionar para que el enganche se calzara la casaca albiceleste. Marcelo Bielsa le dio una oportunidad, pero el jugador no lo convenció y Román se quedó con las ganas de jugar el Mundial de Corea-Japón 2002. Luego llegó un fugaz paso por el Barcelona, sin pena ni gloria, y la llegada al Villarreal, donde sí se consolidó a fuerza de conducción, goles y buenos resultados.

Tras el fracaso argentino en Corea-Japón, Riquelme volvió a tener una posibilidad de la mano de uno de sus padres futbolísticos, José Pekerman, quien asumió en la mayor. El volante fue titular desde el primer momento y tuvo buenos momentos, como por ejemplo el recordado primer tiempo ante Brasil en El Monumental, aunque con el pasar de los partidos empezaron a caer algunas críticas.

Resistido cada vez por más gente, llegó a Alemania para jugar el Mundial con la Selección, bajo una gran presión. Observado desde todos lados y con la obligación de conducir al equipo sobre sus espaldas.

Sin embargo, el transcurrir de los partidos lo fue llevando lentamente a una posición de discutido en el equipo. La principal acusación que le cayó encima fue su forma de juego, su lentitud y fudamentalmente que no cumplía correctamente su función. Las críticas se multiplicaron luego de la eliminación de Argentina ante el local y, tras un respiro, las miradas se clavaron rápidamente en el ciclo que venía.

Y el que llegó al banco fue Alfio Basile. El Coco volvía a ser técnico argentino luego de su paso en el comienzo de la década del 90 y lo primero que hizo fue darle la cinta de capitán al ex jugador de Boca. El debut, casi sin preparación, fue nefasto: 0-3 ante Brasil. La polémica creció aún más y el final fue inesperado. Las causas van desde problemas físicos a personales. ¿Le quedó grande la 10? ¿Es Riquelme realmente el problema de la Selección? El tiempo dirá. Y los resultados también, claro.