Ya hay 84 muertos y las llamas destruyeron más de 700 viviendas en el estado sureño de Victoria. Los bomberos trabajan sin descanso contra las llamas que arrasan todo
El hallazgo de cadáveres entre los restos de coches y casas calcinadas elevó hoy a 84 la cifra de muertos en los incendios que ya destruyeron más de 700 viviendas y miles de hectáreas de bosques en el sureño estado de Victoria, en la peor ola de fuego en la historia de Australia.
El recuento policial de víctimas ha ido en aumento incesante a lo largo de las últimas horas, a medida que los equipos de rescate lograban acceder a los lugares afectados por las llamas.
"El infierno con toda su furia ha visitado a las buenas personas de Victoria en las últimas 24 horas. Es una tragedia para la nación", dijo hoy el primer ministro australiano, Kevin Rudd, que visitó la zona afectada por la mañana y anunció un fondo de 10 millones de dólares australianos para los perjudicados.
La capacidad destructora de los incendios fue algo nunca visto en una región acostumbrada a lidiar con los incendios forestales durante el verano.
Evitar la llegada de las llamas a las zonas pobladas fue misión imposible para los miles de bomberos y voluntarios desplegados en todo el Estado debido al fuerte viento, las altas temperaturas y la inmensidad del terreno afectado por los incendios.
Así, el fuego convirtió en cenizas las poblaciones de Marysville, unos 100 kilómetros al nordeste de Melbourne; y Kinglake, unos 70 kilómetros al oeste de la anterior; mientras que se registraron víctimas mortales en 18 municipios distintos, desde Bendigo, 158 kilómetros al noroeste de Melbourne, hasta la región de Gippsland, 160 kilómetros al sureste de la capital del Estado.
"El pueblo parecerá Hiroshima, parecerá como (si hubiera caído) una bomba nuclear. Hay animales muertos por toda la carretera", dijo Chris Harvey, un vecino de Kinglake que perdió su casa.
Miles de bomberos y voluntarios siguen luchando contra el fuego en nueve focos que arden fuera de control en el Estado, donde el calor ha bajado considerablemente.
Mientras tanto, en el Estado vecino de Nueva Gales del Sur, arden 53 incendios que han destruido 6.500 hectáreas sin poner en peligro viviendas ni vidas humanas.