Noticias actualizadas las 24 horas Información clave para decidir
21 de noviembre de 2024
Seguinos en
"El curioso caso de Benjamin Button": la flecha del tiempo
Con Brad Pitt y Cate Blanchett, esta película con 13 nominaciones a los Oscar cuenta la historia de un hombre que nace viejo y rejuvenece a medida que pasan los años
5 de febrero de 2009
Por Sebastián Martínez

El primer dato que llama la atención si uno revisa el listado de profesionales que trabajaron en "El curioso caso de Benjamin Button" es que la nómina de especialistas en maquillaje incluye nada menos que a 34 personas. Cualquiera que vea el filme coincidirá en dos cosas: 1) esas 34 personas trabajaron a destajo, y 2) esas 34 personas hicieron una labor encomiable.

Decimos esto porque a veces es bueno: los iluminadores, los sonidistas, los vestuaristas. Por lo general, quedan opacados detrás de los rutilantes nombres de los actores protagónicos, de los reconocidos directores e, incluso, de las estrellas de la música que aportan a la banda de sonido.

Pero hecha esta reivindicación de los 34 maquilladores que participaron de "El curioso caso de Benjamin Button" (y que sin dudas merecen uno de los trece Oscar que pueden llegar a manos de esta película), pasemos, ahora sí, a los nombres que todos conocemos.

Empecemos por el director: David Fincher. Se trata de un sujeto con una obra interesante. No del todo pareja, pero siempre interesante. Si enumeramos algunos de sus títulos más conocidos nos encontramos con "Alien 3", "Pecados capitales", "El club de la pelea", "La habitación del pánico" y "Zodiac". Podremos concluir, entonces, que se podrán decir muchas cosas sobre Fincher, pero jamás que sus películas nos dejan indiferentes. "El curioso caso de Benjamin Button" ratifica esta hipótesis.

Del otro lado de la cámara, dos celebridades. Él es Brad Pitt, posiblemente uno de los pocos sujetos de Hollywood que ha logrado mantenerse en el nivel más alto de exposición pública y, al mismo tiempo, hacerse lugar para demostrar (quizás no siempre, pero sí muchas veces) que se trata de un gran actor. Ella, por su parte, es Cate Blanchett, otra figura indiscutida de la industria que (cuando está bien aprovechada) impone una presencia en la pantalla que es la envidia de la mayoría de sus colegas.

Entonces, tenemos a Fincher, a Pitt, a Blanchett y a 34 genios del maquillaje reunidos para contar la historia de Benjamin Button. El filme comienza en un hospital de Nueva Orléans, donde una anciana llamada Daisy agoniza, bajo la angustiada mirada de su hija Caroline y mientras un devastador huracán se avecina. Para pasar sus últimas horas, Daisy le pide a Caroline que tome de su bolso un viejo diario personal y que se lo lea en voz alta. Ese diario no pertenece a Daisy, sino a Benjamin Button, su gran amor. Y allí, el hombre cuenta su historia. Su "curiosa" historia.

¿Qué hay de "curioso" en la vida de Benjamin Button? El hecho de que su cuerpo la vivirá cronológicamente invertida. Nacerá como un anciano y cada día que pase se irá poniendo más y más lozano. No su mente, claro, que evoluciona como en cualquier otro ser humano. Pero sí su cuerpo, que llega al mundo decrépito y agotado, y con los años se va poniendo fuerte y jovial.

Ése es el planteo de "El extraño caso de Benjamin Button". El de un hombre que pasa su infancia en el cuerpo de un anciano y rejuvenece año tras año, rumbo a la vejez, es decir, hacia una senilidad que necesariamente debería sorprenderlo en el cuerpo de un niño. Y, en el medio, debe trajinar cada una de las etapas de la vida: los juegos de la infancia, la curiosidad de la adolescencia, el despertar sexual, el amor, la aventura, el trabajo, la familia, etc. Pero, por supuesto, en su caso todo será distinto.

Quizás sólo el tiempo dirá si "El extraño caso de Benjamin Button" es la mejor película de Fincher. Posiblemente no lo sea, aunque seguramente tampoco es la peor. Lo que sí habrá que conceder es que se trata de una película memorable. Un filme que tal vez no olvidemos nunca. Una de esas películas que, una vez que la hemos visto, nos acompañará para el resto de la vida, ya sea que ésta nos vuelva cada día más viejos o cada día más jóvenes.