Allí, las mujeres de los quebrados ejecutivos neoyorquinos cuentan cómo es vivir en la bancarrota después de haber disfrutado de la opulencia
La debacle de Wall Street no sólo puso en vilo al mundo entero, sino que también dejó 'traumatizadas' a las mujeres de los ejecutivos de Wall Street, a quienes el mundo se les vino abajo, literalmente.
Si algo quedaba por mencionar sobre la crisis financiera, el momento llegó.
Se trata de mujeres de entre 20 y 30 años que recientemente vieron sus vidas cambiadas de manera estrepitosa y decidieron volcar sus penas en un
Blog"¿Estás saliendo tú, o alguien a quien tú quieres, con un banquero? Entonces aquí estamos para apoyarte en esta hora difícil. Novias de Banqueros Anónimas (DABA, en sus siglas en inglés) es un sitio seguro donde las chicas podemos juntarnos -a salvo del escrutinio de feministas- y poner en común nuestras tristes historias sobre cómo el estallido de la burbuja hipotecaria ha afectado nuestros romances. DABA la fundaron dos íntimas amigas con la vida amorosa hundida por la economía".
Esta es la declaración fundacional y de guerra de dabagirls@gmail.com, el blog de las «viudas de Wall Street»: esposas, novias e incluso amantes de banqueros y altos ejecutivos de Nueva York cuyo tren de vida ha descarrilado trágicamente con la crisis, con la consecuente depresión para ellos y para sus parejas, acostumbradas a regalos caros, a cenar fuera cada día y a no tener que cocinar nunca.
Y que de pronto se ven en una situación que las ha llevado a inspirarse en Alcohólicos Anónimos para bautizar su blog. «Creedme, cortar verduras junto a tu hombre en una cocina estrecha de Nueva York no tiene nada que ver con la escena sexy de la cocina entre Mickey Rourke y Kim Basinger en «Nueve Semanas y Media»... En serio, ¡es una mierda!», descubre con horror una de las blogueras.
Para la gente que se ha apretado el cinturón toda la vida parece un chiste, pero no lo es. O no pretende serlo. Más bien es la otra cara de la moneda de «Sexo en Nueva York».
Obviamente no estamos hablando de mujeres con una gran madurez -aunque sí con sentido del humor- ni con veteranas madres de familia, sino de chicas de entre 20 y 30 años que todavía dan mucha importancia a que tener pareja sea divertido.
La crisis ha adelantado el fin de la juerga una década o dos: o vuelven a la soltería o se resignan al hecho de que tener un novio en Wall Street ya es más una carga.
Sólo les queda esperar que el Dow Jones remonte antes de que a ellas les llegue la menopausia.
No sólo es que tu hombre ya no te preste su tarjeta de crédito para que te vayas de compras mientras él está reunido o que, como es el caso de la amante de un ejecutivo casado, que este ya no se la lleve de viaje porque ahora su mujer controla los gastos de todas las cuentas familiares.
Todavía hay cuadros más dramáticos: hombres que al perder sus bonus o incluso su trabajo se deprimen, se dan a la bebida, dejan de estar a la altura de sus expectativas sexuales habituales y hasta amenazan sutilmente, o no tanto, con el suicidio.
Este fue el mensaje que le hicieron llegar a una relativamente recién casada los amigos de su marido, alarmados al ver que este estaba tan alicaído que ya ni era capaz de jugar al golf: que o ella luchaba por animarle, o se quedaría viuda literalmente con 28 años. «No me casé para esto», se queja ella, frustrada.
Las damnificadas han acordado quedar una o dos veces por semana, calzarse su mejor carmín y sus más altos tacones, tomarse unas copas y abrirse sus corazones las unas a las otras, como ellas bien dicen, bien lejos de indiscretos oídos feministas. Y esperar que el Dow Jones remonte antes de que a ellas les llegue la menopausia.
Son, por si había alguna duda, las esposas de los ejecutivos de Wall Street, que imaginaron un vida llena de placeres que fueron sorpresivamente borrados de su anhelado futuro.
”Yo no me casé para esto”, reza una de las frases que se pueden encontrar en este espacio creado para una suerte de catarsis colectiva.
Frívolas y sin tener muy en claro cómo reencauzar sus vidas, estas mujeres debaten las angustias que sobrevinieron al colapso de las hipotecas subprime, comentó el sitio 20 Minutos, de España.
Se indignan por tener que privarse de las fiestas, por no poder seguir viajando a las Bermudas, por tener que cocinar en lugar de disfrutar de caras cenas y un largo etcétera.
Entre los miembros del selecto club DABA, "Novias de los banqueros anónimos", -por las siglas en inglés-, está Dawn Spinner Davis, de 26 años, que confesaba a The New York Times que cuando un amigo de su marido le dijo que tendría que cuidar de él, ella pensó que "no era para eso para lo que me había casado".
Muchas de las bodas habían sido rápidas: un par de años de noviazgo, en el mejor de los casos.
Cuando no, ocho meses, y una boda perfecta con una luna de miel maravillosa. El problema es que la crisis ha dejado en una situación económica muy comprometida a los banqueros y, consecuentemente, a sus esposas.