Especialistas aconsejan establecer pautas y estar dispuestos a la negociación. Sepa qué tiene que hacer y no si quiere seguir con la persona elegida
Las nuevas parejas enseguida tratan de organizar un viaje para compartir un tiempo juntos en algún lugar alejado de la rutina. Esos días de vacaciones pueden ayudar a desnudar al otro y descubrir ciertos rasgos -buenos, malos, encantadores, exasperantes- que pasan desapercibidos en la vorágine de la vida cotidiana. Así, estas primeras vacaciones pueden ser importantes para vislumbrar el futuro (o el no futuro) de una pareja.
Como siempre que hay una pareja involucrada, lo que puede ocurrir es cualquier cosa. Que los dos se den cuenta que la comunión es perfecta, que no pueden separarse más y que entonces lo mejor es ir a vivir juntos. O que el otro es un ser de lo más complicado, pero irresistible. O que tal vez hace todo lo que uno quiere, pero entonces la cuestión es que no tiene personalidad.
Los detalles a ver son infinitos: desde la elección del destino hasta qué comer o cómo pagar las cuentas, todo revela formas de ser. Y también depende del momento de la vida que se atraviese: los relajados y apasionados veintipico, un nuevo intento de pareja pasados los cuarenta, la búsqueda de compañía en los adultos mayores o el gran ensayo de una posible familia ensamblada.
"En las primeras vacaciones no hay precedentes, así que no hay manera de comparar si fueron mejores o peores que otras -empieza la psicóloga Beatriz Goldberg, consultada por el diario Clarín-. Esas vacaciones hay que aprovecharlas para poner pautas desde el principio".
La autora del libro "Quiero estar bien en pareja" asegura que el uso del tiempo libre define muy bien a una persona: "Está el ansioso que tiene que estar siempre ocupado haciendo algo y que no puede relajarse. Está el que ama el aire libre o el que se queda encerrado. Está el que sólo quiere dormir. Con tanto tiempo libre juntos es inevitable que el otro no 'muestre la hilacha': se ve en si cede el baño, si escucha, si paga, si propone actividades interesantes, si es un aburrido total".
"Es la primera convivencia y sobreviene un gran nerviosismo; la persona se pregunta ¿con qué me encontraré?", plantea Bernardo Stamateas, psicólogo, terapeuta familiar y sexólogo, autor del exitoso "Gente tóxica". "Pueden existir desencuentros, ya que para cada uno las primeras vacaciones juntos significa algo diferente, comenzando desde los preparativos. Ella lleva miles de mudas y el sólo dos mallas y un par de ojotas, esto implica que querrá ir a cenar afuera todas las noches mientras que él querrá 'room-service'. Por lo general uno prefiere hacer actividades deportivas mientras que el otro prefiere 'no hacer nada'. Siempre uno de los dos quiere levantarse temprano y el otro tarde. Ella lleva la lista de temas que quiere hablar con él ahora que van a tener tiempo pero resulta que él lleva el MP3 con auriculares... Para evitar desencuentros en medio de las vacaciones es importante establecer una buena comunicación acerca de lo que se espera vivir y no esperar que el otro 'adivine'. Hay que estar abiertos a escuchar las preferencias de nuestra pareja y a su vez plantear las nuestras para que ambos disfrutemos".
Demasiada expectativa. Demasiada tensión. Demasiada presión por agradar y confirmar que el otro también nos agrade... ¿Se la puede pasar bien con tanta carga encima? "Derribemos el mito de que las primeras vacaciones tienen que ser perfectas, no tienen por qué serlo, todo en la vida es práctica y error -dice Stamateas-. Quitemos ese mito y aprendamos a reírnos más de nosotros mismos".
¿Una clave? Para Goldberg, las primeras vacaciones deberían ser solos en una isla desierta para que no haya distracciones. Así, aislados de todo estímulo, la clave está en si el otro nos llena. Stamateas opina que tanto en las vacaciones como en la vida diaria la clave es la misma: la negociación continua.