Luego de dudas sobre la autenticidad del encuentro, un alto funcionario de la isla se la entregó en mano a la presidenta Cristina Kirchner mientras estaba en Venezuela. "Le traigo esto por pedido especial del comandante Fidel Castro", le dijo el vicecanciller cubano a Cristina. De película
La foto de la reunión del miércoles último entre Cristina Kirchner y Fidel Castro llegó a convertirse en una cuestión de Estado entre la Argentina y Cuba hasta que la Casa Rosada, al final, pudo difundirla y anotarse una curiosa primicia mundial.
Habían pasado 24 horas de la cita en La Habana y la emoción inicial de la Presidenta mutaba en ansiedad.
¿Por qué las autoridades cubanas demoraban la difusión de las imágenes? La duda recorría los medios internacionales y hacía ruido en la comitiva argentina, que ya estaba en Caracas.
"Van a empezar a decir que fue todo inventado", se quejó la Presidenta en un intervalo de sus actividades con Hugo Chávez, según una fuente oficial.
Hacía más de dos meses que no se veían fotos de Castro y los rumores sobre la gravedad de su estado arreciaban. El misterio de la foto con Cristina los alimentaba aún más.
Lejos de La Habana, funcionarios argentinos seguían en contacto con la isla. El alivio llegaría anteanoche, cuando el vicecanciller de Cuba, Alejandro González Galiano aterrizó en Caracas y llegó a tiempo para sumarse a la cena que Chávez le dedicaba a su colega argentina.
Llevaba bajo el brazo un sobre blanco, tamaño grande, con la foto que la Presidenta había soñado al iniciar su gira por las capitales de la izquierda latinoamericana.
"Le traigo esto por pedido especial del comandante Fidel Castro", dijo el vicecanciller.
González Galiano es un hombre que conoce a fondo la Argentina: fue embajador en Buenos Aires durante cinco años (se retiró en 2006) y protagonizó algún episodio memorable, como cuando criticó en público a Fernando de la Rúa en 2001.
Antes de embarcar para la Argentina, el vocero presidencial, Miguel Núñez, relató que la Presidenta había declarado estar "muy agradecida" por el gesto del gobierno cubano.
Unas imágenes de televisión difundidas por el gobierno argentino atestiguan cómo Cristina Kirchner abrió el sobre y lo hizo circular por la mesa donde comía con Chávez y funcionarios de los dos países, en el Fuerte Tiuna.
A cambio de la paciencia por esperar más de 24 horas para ver la foto que tantas suspicacias había despertado el gobierno argentino, consiguió un gran impacto periodístico internacional: la imagen que se distribuyó por Presidencia de la Nación, ayer por la mañana, y desde ahí se instaló en las páginas de inicio de los principales sitios de noticias por Internet del mundo.
Para los fotógrafos de la Casa Rosada fue una suerte de consuelo amargo. Víctor Buggé, que retrata a los presidentes argentinos desde hace más de 25 años, se enteró en La Habana de que no podría entrar en la reunión de media hora entre Cristina Kirchner y Fidel Castro. Las imágenes serían tomadas, editadas y administradas por especialistas cubanos.
El editor
Según fuentes del Gobierno, la explicación de las autoridades de la isla fue que la selección de las fotos publicables de Fidel Castro quedaba en manos del propio líder revolucionario. Sobre todo cuando, como en este caso, existe una importante expectativa política en Cuba por ver cómo está. Casi una forma de "confirmar" que sigue vivo.
Después de la reunión del miércoles ?de la que también había participado el presidente y hermano del líder convaleciente, Raúl Castro?, el canciller cubano, Felipe Pérez Roque, había prometido a su par argentino, Jorge Taiana, que la instantánea sería enviada al gobierno argentino unas horas después. Se suponía que debía estar en condiciones de ser difundida esa misma noche, cuando la comitiva presidencial aterrizara en Venezuela.
Nadie explicó el por qué la promesa se demoró tanto tiempo, con la opinión pública internacional tan encima. La única certeza entre las fuentes de la comitiva era que ver la cara sonriente de la Presidenta al lado del histórico líder cubano había evitado que la gira quedara marcada por un conflicto insólito.