Cada vez más los argentinos consumen programas informáticos para espiar computadoras que no son suyas. Es para vigilar a sus parejas, jefes o hijos. Tendencia
Correos electrónicos, documentos de word "bloqueados", páginas visitadas, conversaciones por chat. Todo puede "espiarse" a través de la web. Fueron creados para investigación, pero son pirateados para uso personal.
La oferta de programas que permiten robar claves de ingreso y "ver" qué hacen y cómo usan otras personas su computadora personal crece en Internet.
La oferta llega, en general, a través de mails que invitan a visitar sitios en los cuales se ofrece un arsenal de recursos para sumarse al ciberespionaje.
Los paquetes de software varios arrancan en 40 pesos y hasta se pueden pagar a través de empresas de pago de servicios, como Pago Fácil.
En general, se trata de programas legales, desarrollados comercialmente para otros fines, que son primero son "pirateados" y luego vendidos de manera remota y anónima, con fines ilegales, según publicó hoy el diario Clarín.
"Los programas que vendo no son legales porque no compré la licencia (autorización) para revenderlos, pero son todos comerciales: hay empresas que los desarrollan", contó Agustín, un argentino que vive en Israel y, desde allí, vende programas para ciberespiar a compatriotas argentinos.
"Lo que más vendo son los llamados Keyloggers, que permiten capturar información de otra máquina ’grabando’ todo lo que el otro ingresa por teclado. Uno instala el programa en su máquina y, al día siguiente, recibe por mail todo lo que el otro tipeó, incluso su usuario y contraseña", preocupa.
Los keylogger son programas diseñados para monitorear y registrar (en secreto) cada pulsación del teclado. Pero no son los únicos. Hay software que espían de otras maneras: algunos registran capturas de pantalla (uno programa cada cuánto tiempo lo hacen), otros graban conversaciones de chat, otros informan los sitios visitados, entre varios de sus usos. Una vez que el programa está instalado, la "víctima" entrega información sin advertirlo. Si bien hay programas "anti-espías" diseñados para detectar esas invasiones, no siempre lo logran.
"Es una carrera entre los desarrolladores de antivirus y los que realizan este tipo de soft: todo el tiempo están surgiendo nuevos recursos para un lado y el otro. Aún así, espiar a otro no es sencillo. No son fáciles de instalar y además existen programas de protección muy buenos", tranquiliza Alessio Aguirre, de la empresa FTI Consulting, especializada en mitigación de riesgos informáticos.
Otro vendedor, "con sede en Palermo", según sus palabras, se jactó de tener más de 500 programas de este tipo para vender. "Tengo cada vez más pedidos. Muchos de mis clientes son hombres En cuanto al motivo, un 80% compra programas por cuestiones de pareja (sentimentales), un 10% por temas laborales (quieren la clave del jefe, saber qué chatea el empleado) y otro 10% por venganza (para ’joder’ a otros por motivos personales)", contó Raúl. "Algunos se escandalizan, pero la curiosidad puede más. Hay un boom con estos programas. En Parque Rivadavia, por ejemplo, se venden copias truchas a entre 5 y 10 pesos".
Según el especialista en temas de Internet Pablo Tedesco, el histórico e ineludible deseo de saber qué opina el otro de uno mismo encontró en las nuevas tecnologías una posibilidad de satisfacción que seduce a todo aquel que no puede sublimar o reprimir las ganas de espiar a sus allegados.
"Hoy, los programas de chateo tienen habilitada la posibilidad de grabar las conversaciones de los usuarios, los mails quedan guardados, el accionar en Internet se traquea. Quedan registros de todo lo que hacemos en la Web. Y quienes hacen software espías no pasan por alto esos datos", dice el especialista.