Una disputa entre la viuda del genial humorista y el hijo de su primer matrimonio desembocará en un juicio que se ventilará en Rosario. Los detalles de la feroz pelea
Especial de Puntobiz
De su imaginación, y su pulso, nacieron personajes entrañables como Inodoro Pereyra y Boggie el Aceitoso, instalados en el inconsciente colectivo como íconos nacionales. Su talento parió decenas de libros de cuentos, llevados al teatro y la televisión.
Pero además de ser objeto de disfrute y revalorización tras su muerte, la valiosa y extensa obra de Roberto Fontanarrosa entró en el terreno que él menos hubiera deseado, el judicial. Una demanda en los Tribunales iniciada el 4 de noviembre por su viuda, Gabriela Mahy contra el hijo del Negro, Franco, da cuenta de una feroz pelea por el manejo de la obra completa y los derechos de autor.
¿De cuánta plata se habla?, es muy difícil de calcular ya que dependerá justamente del manejo que se haga de la obra del escritor y humorista rosarino durante toda su carrera. Sin embargo, informaciones aportadas en forma extraoficial permiten hacer un cálculo aproximado: Fontanarrosa facturaba mensualmente unos $30.000 fijos por derecho de autor, sin contar los acuerdos puntuales que se hacían por ejemplo para una determinada película o para utilizar la imagen de alguno de sus personajes en una campaña publicitaria.
Multiplicado por 70, esos $30.000 se traducen en más de $ 2M, un número que podría ser mayor si ese legado se administra prolijamente. De ahí la importancia que cobra la persona en cuyas manos se concentre tamaña tarea, que hoy tiene nombre y apellido: Franco Fontanarrosa.
LA HISTORIA
Cultor de la amistad y apegado a Rosario, la ciudad que nunca dejó, el artista que durante años le puso su toque de humor a la realidad desde la contratapa de diario Clarín estuvo casado durante décadas con Liliana Tinivella, madre de Franco. En los últimos cinco años de su vida, volvió a enamorarse y vivió con Gabriela Mahy, con quien se casó en 2005. Si bien no era un tipo que hablara de su intimidad, en muchas entrevistas contó sobre el redescubrimiento del amor.
La esclerosis lateral amiotrófica, la enfermedad neurológica que terminaría matándolo el 19 de julio de 2007, fue progresiva, y la esposa lo acompañó en los últimos y dolorosos años. Al final, se habían acabado las salidas, porque el Negro no podía moverse, así que el departamento compartido de calle Wheelwright fue el centro de operaciones para recibir a amigos, entrevistadores y todo tipo de visitas. Pudo vérselos juntos en los homenajes que el artista recibió durante los últimos tiempos.
En la aldea grande que es Rosario, se sabía de la mala relación entre Mahy y Franco. Una ruptura que se terminará dirimiendo en la Justicia. Lo que está en juego excede lo netamente económico, ya que se trata también del manejo de todas sus creaciones durante los próximos 70 años. Esto implica también las decisiones sobre los futuros contratos que se pudieran realizar para usufructuar comercialmente la obra, por lo que indefectiblemente la batalla por el dinero es una de las más intensas que se librará durante todo el juicio.
El hijo del artista posee la totalidad de los derechos de autor de toda la obra que desarrolló su padre desde los comienzos hasta el 2002, pese a que por herencia -el Negro estaba legalmente casado con Mahy- le correspondería sólo un 50 por ciento (la otra mitad le corresponde a la viuda).
¿Por qué entonces Franco tiene poder total?, porque su padre rubricó un contrato el 22 de noviembre de 2006, titulado "Cesión total de derecho de autor - cesión de usufructo", a través del cual le otorga ese poder. Pero eso no es todo, porque cuatro días después firmó la "ratificación" de ese contrato, donde también se establece que el 75 por ciento de las regalías de obras creadas con posteridad al 1º de enero de 2002, corresponderán a Mahy, cuya firma -y por ende su consentimiento- aparece en ambos contratos.
Mahy recurrió a la Justicia para pedir la nulidad de esos documentos. La argumentación de sus abogados es que el Negro firmó sin tener pleno conocimiento de lo que estaba haciendo, e incluso se sugiere que fue engañado y nunca supo exactamente qué era lo que estaba suscribiendo.
En las 74 hojas que abarca la demanda se ventilan cuestiones íntimas del artista vinculadas a la relación con su hijo, con su ex mujer, con su última esposa, con sus amigos, con su obra y con su enfermedad. Estas cuestiones fueron puestas a disposición de la Justicia para sustentar el pedido de nulidad de los contratos que le impiden a Mahy hacer valer su derecho de usufructuar el 50% de la obra completa de su esposo.
LOS EJES DE LA CAUSA
Los abogados de Mahy, Miguel Angel Carrara, María Soledad Alvarez, y Karina Vanesa Font, hacen hincapié en lo que significó Gabriela en la vida del artista, sobre todo en los últimos años, cuando lidiaron juntos contra la enfermedad del Negro. Entre otras, cuentan que en junio de 2005 Fontanarrosa comenzó a notar que la enfermedad había avanzado hacia el brazo derecho y las piernas. Ello hacía que se cayera frecuentemente. El Negro recurría de urgencia a Gabriela, quien cortaba su actividad laboral para asistirlo. Estos episodios obligaron a Mahy a abandonar su trabajo en la Universidad para abocarse al cuidado de su compañero.
Dicen los letrados en la demanda que en esa época Franco instaló la pretensión de heredar el 100 por ciento de los derechos autorales de su padre a su fallecimiento, "movido no por el amor, tal vez por el egoísmo o el despecho, logró presionarlo, atropellando su integridad y dignidad en un inadmisible aprovechamiento de sus debilidades -que sabía manejar por conocerlas como nadie", manifiestan textualmente en la demanda.
La presentación judicial pinta a Franco como una persona desapegada de su padre, y desesperada por usufructuar sus bienes. "La posición de Franco Fontana-rrosa recrudeció cuando el casamiento de nuestra poderdante con el Sr. Roberto Fontanarrosa era un hecho. Fontanarrosa hijo especulaba con que al fallecimiento de su padre se vería obligado a compartir la titularidad de los derechos intelectuales con su segunda esposa; situación que no estaba dispuesto a tolerar", dice párrafo del escrito.
A tal punto que, según hacen constar los abogados de Mahy, los últimos encuentros entre padre e hijo sólo tenían por objeto la instrumentación de la transferencia de los derechos, situación que extenuaba a Fonta-narrosa. "Franco obligaba a su padre a abordar temas que este nunca hubiera querido tratar: su inminente muerte a la luz de la división de bienes que él proyectaba y la exigencia de que en definitiva eligiera entre su esposa y su hijo", cuentan los abogados.
Lo cierto es que finalmente, el 22 de noviembre de 2006, siete meses antes de morir y cuando su movilidad estaba muy afectada, Fontanarrosa firmó el contrato, un documento que hoy los letrados de la viuda del escritor consideran "nulo de nulidad absoluta" por haber sido concebido como un pacto sobre herencia futura que "en nada respetaba la voluntad del dibujante".
Indiecito y una firma que desató polémica
Como prueba del desagrado de Roberto Fontanarrosa y la situación involuntaria a la que fue sometido, los abogados de Mahy presentan un correo electrónico del propio Negro, que se transcribe en la presentación. "En el acuerdo que firmamos tiempo atrás, yo descontaba que la autoridad de Franco sobre esos derechos cedidos voluntariamente por mí, comenzaba luego de mi desaparición. Ahora me entero, y me fastidia, que para rubricar un contrato, debo pedirle la firma a Franco, lo que significa un despropósito". La fecha del mail enviado al abogado de su hijo, Luis Mangiavillano, data del 15 de junio de 2007.
El despropósito citado por el mail atribuido a Roberto Fontanarrosa era el siguiente: Fontanarrosa debía suscribir un contrato con la firma Indiecito para la realización de una película sobre Boggie el aceitoso, uno de los personajes más reconocidos del artista, y se encontró con que no lo podía hacer ya que ahora era Franco quien tenía ese poder.
El mail continúa: "Necesito que Franco lo firme urgentemente en Buenos Aires y frente a escribano porque ni Indiecito ni ninguna otra empresa le va a comprar un producto a Fontanarrosa si advierte que Fontanarrosa no es el dueño. Y yo necesito imperiosamente ese dinero porque gasto una enormidad en salud. Y además por una cuestión de estricta justicia".
QUE SE DIRIME
La presentación de Mahy muestra a un hombre despojado del fruto de su talento, por la acción de su hijo, Franco. Y desesperado porque necesitaba el dinero para afrontar el costo de su enfermedad. Ahora, el juzgado civil y comercial Nº 12 de Rosario deberá dirimir si esos argumentos son reales, para restablecer un derecho a la mitad de los derechos de autor que -de no mediar una legítima y expresa voluntad del Negro de modificarlo- corresponden a su viuda.