Testigos del encuentro hicieron saber que Madonna le preguntó a Cristina cuánto tiempo lleva de casada, y se sorprendió al escuchar los "33 años" como respuesta
Cristina no se la podía perder. En este primer año suyo como Presidenta por ese despacho habían pasado Serrat y Sabina, Antonio Banderas y Melanie Griffith, Bono y Shakira, y hasta Naomi Campbell. Así que Madonna no sería menos: estaba escrito que durante su estadía en Buenos Aires iba a visitar la Casa Rosada.
El encuentro fue el martes al caer la tarde y duró un puñado de minutos, suficientes para que las dos mujeres, rutilantes y triunfadoras en lo suyo, hablaran de hombres, cuenta Julio Blanck en la edición dominical de Clarín.
Testigos del encuentro hicieron saber que Madonna -vestida de negro, tacos muy altos, boca muy roja- le preguntó a Cristina cuánto tiempo lleva de casada.
Al escuchar el "33 años" de nuestra Presidenta, la felicitó por semejante permanencia y, con delicadeza, puso como contraposición su propio caso.
Se entiende: la aguerrida estrella viene de transitar su último divorcio, al que de todos modos parece haberle encontrado rápido consuelo. Es este el eslabón más reciente de una vida tumultuosa, atravesada por experiencias de diverso tipo que responden a un impulso vital de amplio espectro, que alimentó su fama tanto como lo ha hecho su arte.
Cristina, que es una dama, escuchó con tono comprensivo. Y se privó de comentar los avatares de su fructífera vida con Néstor Kirchner, de la que ambos han hecho más de una vez mención en público.
También hubo un intercambio cordial sobre los hijos de cada una: dos la Presidenta, tres Madonna. Pero enseguida volvieron a hablar de otro hombre, que a las dos les interesa sobremanera (por razones políticas, claro): Barack Obama.
La rubia de New York mencionó sin rodeos su entusiasmo por la llegada del primer presidente negro a la Casa Blanca y la esperanza de cambio que la sociedad norteamericana está anhelando y votó de manera contundente. Cristina, ahorrándose mayores discursos, sumó su visión optimista sobre Obama, sin pasar por alto la crisis formidable en medio de la cual muy pronto iniciará su mandato.
La reunión entre ambas había sido pedida con anticipación por Madonna y la audiencia se le concedió de inmediato. El encuentro tuvo como condimento especial, inesperado, para festejo de los fotógrafos y beneplácito de los difusores de la actividad presidencial, la coincidencia con la visita de Ingrid Betancourt, todavía estrella del firmamento político internacional, que visitó a Cristina para agradecerle las gestiones por su liberación después del largo cautiverio a manos de la guerrilla de su país.
La colombiana haría público después, en una ronda de prensa en la embajada de Francia, lo que le había dicho antes a Cristina en privado: su agradecimiento a Néstor porque "se metió en la selva por nosotros, fue un acto valiente, hablé por teléfono con él y le dije cuánto lo quiero".
La Presidenta, sonrisa impecable, se abstuvo de comentarle a Ingrid la opinión que hoy tiene su marido sobre aquella frustrada y pintoresca aventura en la selva colombiana, realizada hace un año a instancias del expansivo líder venezolano Hugo Chávez, que por ese entonces todavía alentaba su sueño de liderazgo regional sentado sobre reservas de petróleo que valían casi cuatro veces más de lo que valen ahora.
Pero volvamos a Madonna, que recorrió la Casa Rosada acompañada de su robusta custodia, que la mantuvo a distancia de empleados y funcionarios que pugnaban por demostrarle adoración. La diva tuvo el buen gusto de ni siquiera mencionar, en su cordial entrevista con Cristina, la visita que trece años atrás había hecho a ese mismo despacho, a esos mismos salones y pasillos, cuando el inquilino de turno era Carlos Menem y ella llegó a la Argentina para filmar escenas de "Evita".
Madonna tuvo contacto, además, con algo de la periferia política local: antes del debut en River compartió una cena con Antonio De la Rúa. Alejado hace rato de los altibajos, gratificaciones y sinsabores del poder, el recordado hijo del recordado ex presidente se ha volcado de lleno a su relación amorosa y profesional con Shakira. Lo bien que ha hecho.
Fue Antonito el encargado de elegir el lugar de la comida. Y allí fueron los severos custodios de Madonna, horas antes del encuentro, a revisar palmo a palmo el lugar para sorpresa de sus regentes. La cena entre Madonna y Antonito, hay que decirlo, fue en el muy tradicional restorán La Cabaña. La carne argentina es famosa en el mundo entero.