Por Roberto Aguirre Blanco

Sydney, Atenas y Beijing, las tres últimas citas olímpicas coincidieron en años que España, con su armada deportiva, se adueñó sin atenuantes de la Copa Davis, el mayor logro por naciones en el mundo del tenis.

En el primer año del nuevo siglo, un maduro equipo español ganó por primera vez la Ensaladera de Plata la vencer en Barcelona a Australia 3 a 1 con el conjunto que integraban Albert Costa, Juan Carlos Ferrero, Juan Carlos Balcells y Alex Corretja, en una serie que empezó perdiendo en el primer punto y luego logró dar vuelta.

Ese plantel fue dirigido por Javier Duarte, quien armó una formación sólida con Ferrero que estaba en su mejor momento tenístico.

Cuatro años después, luego de mantenerse siempre en rondas decisivas del torneo, en 2004, esta vez en la Plaza de Toros de Madrid, nuevamente la furia española, convertida en un verdadero equipo, derrotó en su tierra a Estados Unidos 3 a 2, en una final muy disputada.

Ese equipo estuvo integrado por Carlos Moyá, Rafael Nadal, David Ferrer y Tony Robrero, bajo la conducción del ex jugador Jordi Arise, quienes ya en al primera jornada vencían 2 a 0 con los triunfos sobre Mardy Fish y Andy Roddick.

En 2008, cuatro años después de ese triunfo, otra armada, diezmada sin su mejor jugador, Nadal -no vino por estar lesionado-, se fortaleció en su humildad y convencida del objetivo obtuvo una gran hazaña.

Ganó por primera vez la copa de visitante, con mucho más que perder que ganar, pero en esa dificultad demostró que para ganar este sensacional trofeo básicamente hay que ser un EQUIPO. España lo fue.