Según un proyecto de ley, regiría entre 2009 y 2010. La medida, sin precedentes en la historia de Europa, es una reacción a la crisis financiera mundial
El ministro del Interior, Roberto Maroni, anunció ayer en el Parlamento su apoyo a la iniciativa de la Liga Norte -de la cual forma parte- de cerrar por dos años las fronteras italianas al ingreso de inmigrantes. En caso de que la nueva ley de seguridad que ha entrado en el Senado se apruebe con esta enmienda, Italia se convertirá en el primer país europeo que toma esta medida extrema. La Liga Norte, cuyo líder es el ministro Umberto Bossi, ha sido muchas veces acusada de xenófoba, racista y separatista.
El semanario católico Familia Cristiana, la revista más vendida de Italia, dijo en un editorial ayer que la ley propuesta "es indigna de un Estado de derecho".
"La situación económica que involucra a Italia y a los demas países del mundo exige una evaluación atenta de las políticas ligadas al mundo de la inmigración", dijo Maroni ante Diputados, según reprodujo el diario Clarín.
"Hasta hace unos meses se podía pensar en proceder como en los años pasados con los decretos que establecen los flujos de nuevos ciudadanos extracomunitarios, con regular permiso de trabajo". Pero la crisis ha cambiado la situación -agregó- y "sería útil una moratoria de dos años a los flujos" inmigratorios.
Maroni justificó las medidas restrictivas excepcionales en la necesidad de volver a dar un empleo a los inmigrantes regulares que están perdiendo su trabajo por la oleada de despidos motivados por la crisis económica. Italia está en recesión desde abril y el año próximo disminuirá su actividad productiva al menos en un 1%, según las estimaciones.
El ministro dijo que la decisión no sería una novedad porque en 2004 la Comisión Europea decidió lo mismo cuando la Unión se expandió de 15 a 25 países. Pero la realidad es distinta. Lo que se suspendió -y sólo algunos países aplicaron la medida- fue el libre movimiento de personas en el espacio europeo por parte de los nuevos ciudadanos comunitarios, que debían como antes pedir los permisos de trabajo. Ahora en cambio, por dos años las fronteras serían cerradas herméticamente.
Maroni dijo que el "stop a la inmigración" se aplicaría en 2009 y 2010, porque ya están en vigor los 170 mil ingresos por este año. El ministro advirtió que el cierre de las fronteras a los extracomunitarios podría ser aplicado "incluso sin la aprobación de una ley".
La Liga Norte de Umberto Bossi, de quien Maroni es su segundo y al parecer su sucesor, también introdujo en el proyecto de ley de seguridad la creación de "rondas" de ciudadanos para controlar el orden a nivel local. Esta iniciativa ha provocado muchas críticas opositoras, de sectores católicos y hasta de la misma mayoría de centroderecha. La Liga Norte promovió hace años a estos grupos de vecinos que se pasean todas las noches vestidos con camisas verdes, los colores de la Liga, en las ciudades septentrionales, piden documentos, controlan sobre todo a los extranjeros. "Son ciudadanos armados sólo de buena voluntad" que cooperan con la Policía, dijo Maroni hace dos días.
En la ciudad de Treviso, famosa por los "sheriffs" de la Liga Norte, surgió un inesperado aliado de izquierda para Bossi y Maroni. El secretario regional de la CGIL del Véneto, Emilio Viafora, apoyó la decisión de bloquear por dos años las fronteras al ingreso de nuevos trabajadores regulares. "Hay que proteger a los que ya están aquí y están perdiendo los empleos porque si no, una vez que se queden sin trabajo, corren el riesgo de ser expulsados", dijo Viafora.
En Italia hay 3,5 millones de extranjeros regulares, el doble que hace seis años. El progreso de la llamada "Italia mestiza", inevitable porque los italianos tienen en promedio 1,5 hijos y el país envejece rápidamente, es mal tolerado por los italianos. Cientos de miles de ancianas y ancianos son acompañados todo el día por personal doméstico reclutado entre los extranjeros, los llamados "badantes".
Un sondeo que se conocerá hoy en el Corriere della Sera señala que el 85% de los ciudadanos de la Península no quieren que entren más extranjeros. Crecen el racismo y la xenofobia más que en los otros países europeos. Más del 60% de los italianos consideran "un peligro para la seguridad" la presencia de extranjeros y el 68% cree que "la mayoría son clandestinos", lo cual es totalmente falso. La intolerancia hacia los extranjeros, sobre todo para los más pobres y de piel oscura, desemboca cada día más en episodios de violencia física y psíquica contra los inmigrantes, que resultan indispensables para la vida italiana. Florecen las sedes fascistas y hasta nazis. La tumba del dictador Benito Mussolini en Predappio, su pueblo natal en Romagna, se ha vuelto a poner de moda y muchos jóvenes van a venerar su memoria. El rechazo de la inmigración y el racismo y la xenofobia son fenómenos paralelos.