21 de noviembre de 2024
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Ni los familiares de Scioli se salvan de la inseguridad
La prima del gobernador estuvo secuestrada en una villa de la zona de Morón. La mujer no lo quiso contar para que no se especule políticamente con otro caso delictivo
8 de noviembre de 2008
La prima del gobernador Daniel Scioli no escapó a la ola de inseguridad que azota al Conurbano. Un grupo de asaltantes la mantuvo cautiva junto a su novio en la peligrosa Villa Carlos Gardel.
La experiencia fue traumática y no quieren hablar de lo ocurrido por temor a represalias.
El hecho se conoció la semana en que el mandatario bonaerense convocó a los tres poderes del Estado y a los intendentes para tratar la problemática de la inseguridad.
Ivana Scioli, de 28 años, y su pareja, Franco Quadrelli, de 25, tienen miedo y no quieren hablar.
El secuestro del que fueron víctimas ocurrió el 5 de octubre, pero PERFIL tomó conocimiento esta semana, luego de que a fines de octubre, se realizara un sorpresivo operativo que incluyó efectivos de toda la región y un helicóptero de apoyo. El motivo: el secuestro express sufrido por la prima del gobernador.
Según la denuncia policial, que realizó la propia Ivana Scioli, la pareja se dirigía, en horas de la medianoche, hacia la casa de ella en un Galaxy gris oscuro, pero mientras transitaban por la avenida Marconi, en San Justo, que bordea uno de los márgenes del asentamiento conocido como Villa Carlos Gardel, el coche se descompuso en la intersección con la calle Carlos Gardel, frente al sector donde conviven precarias viviendas y grandes terrenos baldíos.
Fuentes de la comisaría de El Palomar (Morón VI), explicaron a PERFIL que “no se sabe si el hombre conocía o no la zona, pero no tuvo mejor idea que descender para intentar arreglar el coche”.
En ese instante, la pareja fue interceptada por cinco delincuentes, de alrededor de veinte años, de los cuales tres de ellos estaban fuertemente armados. La prima del Scioli y su pareja no ofrecieron resistencia y a punta de pistola, los redujeron e introdujeron en la villa donde los despojaron de todo lo que tenían encima: dinero, tarjetas de crédito y débito, teléfonos celulares y otros efectos personales. La secuencia duró minutos, pero bastó para que el miedo persista hasta estos días.