Un estudio reveló que las mujeres, al revés de los hombres, dan pitadas más cortas y "tragan" menos humo a la hora de fumar. Especilialistas cuestionan esta teoría
A esta altura se puede afirmar con seguridad que las mujeres fuman a la par de los hombres, pero, claro está, fuman a su manera. Y esa diferencia, a veces sutil, a veces marcada, hace que a la larga el tabaco las afecte con menor intensidad que a los hombres. A esta conclusión llegó un informe presentado ayer en Europa. Pero, hay especialistas que cuestionan las conclusiones y aseguran que a la hora de fumar no valen generalizaciones ni distinciones de género.
El estudio en cuestión, al que accedió el diario Clarin, se llama Help COmets (CO por la medición de la exposición al monóxido de carbono). Se analizaron a 221.655 personas de 27 países de la Unión Europea, y el resultado principal fue que los niveles de CO o humo de tabaco son inferiores en mujeres que en hombres fumadores, y la explicación es que fuman en forma diferente. La medición dice que el nivel medio de CO en hombres es de 17,8 partículas por millón, mientras que en mujeres baja a 15.
El informe detalla cómo las mujeres dan menos pitadas, que además son más cortas y superficiales que las de los hombres, que son más numerosas, profundas e intensas. De esta manera, la cantidad de humo que entra en los pulmones de la mujer es menor que la que ingresa en los pulmones masculinos.
Según Carlos Jiménez Ruiz, uno de los directores del estudio, una de sus consecuencias es que se puede concluir que las mujeres fuman más por un motivo de "recompensa positiva" (por ejemplo, después de comer), que por una "recompensa negativa" (para aliviar el síndrome de abstinencia). Así, el hombre intentaría captar más nicotina de cada cigarrillo, dijo Jiménez Ruiz, que, además, aseguró que para la mujer es más difícil dejar de fumar sólo por medios farmacológicos, y que necesitan más apoyo psicológico, ya que sus razones al fumar no sólo tienen que ver con reducir la ansiedad por dependencia al tabaco.
Consultado por Clarín, César Di Giano, presidente de la Unión Antitabáquica Argentina (UATA), explicó las distintas variables que se toman en cuenta a la hora de analizar los efectos del tabaco: "Se mide la cantidad de cigarrillos que se fuman por día, el tiempo que hace que una persona fuma, y también cómo fuma, es decir, no es lo mismo quien da pitadas largas, profundas y que traga todo el humo, que quien pita corto, de manera superficial y no traga el humo". Igual, Di Giano realtiviza la cuestión de género y dice que hay investigaciones que aseguran que las mujeres son más propensas a tener cáncer de pulmón por una cuestión genética.
Fernando Muller, director de MEDEF (Médico Especialista en Dejar de Fumar), también pone reparos. "El monóxido de carbono que está en los pulmones no es sólo del cigarrillo sino también resultado de la contaminación del medio ambiente. Tampoco se puede comparar el tamaño del tórax de un hombre con el de una mujer. Para Muller no hay que hacer distinciones de género: "La recompensa es una cuestión personal. Hombres y mujeres fuman por placer, y también para calmar la abstinencia, para no sufrir. Y en cuanto a las pitadas, tampoco se puede generalizar, cada uno fuma a su manera, más allá del género".
Sobre la ansiedad, Gustavo Bustamante, miembro de la Asociación Argentina de Trastornos de Ansiedad y del Fobia Club, asegura que la tasa de "ansiosos fumadores es muy alta": "Lo que pasa es que hay una creencia de que fumar relaja y reduce la ansiedad, porque baja la necesidad de nicotina, pero al rato vuelve a sentirse la necesidad de volver a fumar, y así -explica-. Por eso, en los tratamientos siempre necesariamente tienen que estar acompañados por estrategias para reducir la ansiedad, como hacer actividad física, meditar o relajarse".