Bush deja un país con indicadores sociales y de estructura económica muy negativos. Radiografía de un imperio que intenta levantar cabeza
EE.UU. está en recesión, pero sigue teniendo la mayor economía del mundo.
Su PBI roza los 14 billones de dólares, él solo tiene un cuarto del producto mundial. Y dividido por persona es de 46.000 dólares, pero con una distribución que se hizo más regresiva bajo los mandatos de George W. Bush.
La desigualdad social en EE.UU. sólo fue peor a la actual en 1929, plena fiesta de la codicia y la especulación que estaba a punto de estallar en Wall Street, según un análisis del diario Clarín.
Un índice que usan economistas como Anwar Shaikh, de The New York School for Social Research, es el de "ingresos de la vasta mayoría" (VMI, en las siglas en inglés). Da resultados similares a los del Premio Nobel Amartya Sen. En esa tabla, EE.UU. iguala en inequidad a Moldavia o a Mauritania, y está peor que Etiopía o Lituania.
Desde ya, no son países comparables. Estados Unidos sigue siendo líder económico mundial (y por lejos, también militar) y su productividad y capacidad de innovación tecnológica es muy poco cotejable con las grandes economías que le siguen.
Sólo si fuera presidente John McCain, muriera en el cargo y asumiera su vice Sarah Palin correría riesgo la monumental inversión en investigación y desarrollo que hacen las universidades, luego usufructuadas por los laboratorios: Palin expresa rechazo a las ciencias nuevas y es devota de la potestad divina para la evolución humana. Pero al margen del poderío imperial, la fractura social en Estados Unidos es un dato generalmente ignorado, aunque podría agitar tensiones en una nación cuya condición de centro de gravedad mundial muchos ven menguar.
Esta crisis global tiene epicentro y origen en su propio territorio, a diferencia de otras recientes que sacudieron la periferia. Es financiera por el descontrol y especulación de diversos valores, pero también económica.
El golpe ya duele en Estados Unidos. En el último trimestre su PBI bajó 0,3% y en el actual caería 2%, según estiman analistas privados. Por otra parte, hay legiones de despedidos y en diciembre podrían haberse acumulado, en todo 2008, casi un millón de nuevos desocupados. Además la confianza del consumidor es la peor desde que se inventó el índice que la mide, en 1967.
Además de desigualdad y recesión, Bush deja un país con el doble de deuda pública de cuando asumió (US$ 10,5 billones, que se cuadruplica si se suman las de empresas u hogares).
Este gobierno cambió el superávit fiscal heredado de la gestión de Bill Clinton por un déficit enorme (US$ 455 mil millones este año) por sus guerras tras el 11-S y la baja de impuestos a los ricos deja un desbalance comercial inmenso (US$ 717 mil millones sólo los primeros 9 meses de este año) y la inflación se triplicó desde el 2000 (hoy, 4,5%).
Podrá decirse que esas fallas estructurales moldean, aceitan la economía global. EE.UU sostiene su rojo presupuestario con la emisión libre de dólares y bonos del Tesoro que son muy demandados internacionalmente.
Y su déficit comercial tiene al otro lado ganancias de exportadores del mundo entero, o dicho de otro modo, el enorme consumo interno en EE.UU. (70% de su PBI) empuja la demanda mundial. Pero a la larga, esas fallas minarán la capacidad de regeneración y expansión que mostró EE.UU.a lo largo de su historia.
Posiblemente, gane quien gane mañana empiece a recorrer ese camino.