La desocupación es la mayor en años. La producción industrial, la menor desde 2005. Y la construcción registra su peor nivel en décadas. Radiografía de un país en crisis
La crisis ya es mucho más que un terremoto que sacude a Wall Street y repercute con la misma fuerza en los otros mercados bursátiles. Y ya superó también el ámbito de los bancos y el mundo de las finanzas. Aunque aún lejos de entrar técnicamente en una recesión, la economía de Estados Unidos ya muestra diversos síntomas del golpe que recibió desde que comenzaron las primeras turbulencias en el sector hipotecario.
Según el análisis del periodista Javier Rodríguez Petersen, del diario Clarín, los economistas consideran que hay recesión cuando se registran dos trimestres consecutivos de contracción económica (crecimiento negativo del Producto Bruto Interno –PBI-). Y por lo menos hasta el segundo trimestre de este año, el PBI estadounidense siguió creciendo. Sin embargo, varios indicadores económicos encienden claras luces de alerta sobre el freno que está viviendo la mayor economía del planeta.
Los últimos dos indicadores que dieron negativo se conocieron hoy y están vinculados al mercado inmobiliario estadounidense, en gran parte origen de la crisis. Y los dos índices mostraron caídas significativas: el de inicios de obra de nuevas viviendas cayó en septiembre un 6,3% y llegó a su piso en 17 años. Pero el de pedidos de permisos de construcción descendió un 8,3% y alcanzó su nivel mínimo desde 1981.
La producción industrial también viene cayendo. El nivel de septiembre –difundido ayer- implicó una caída del 2,8% con respecto a agosto y del 4,5% frente al mismo mes del año pasado. Así se ubicó en el menor nivel desde mediados de 2005. Otro índice industrial se vio doblemente afectado: mientras la producción caía, la capacidad siguió aumentando, y en septiembre se usó 76,4% de la capacidad instalada, el mínimo desde principios de 2004.
Consecuente con esas cifras, la actividad manufacturera se contrajo el mes pasado un 6,4%. Y el reporte de los industriales estadounidenses señala que esa contracción se viene acelerando, al igual que la de la mayor parte de sus subíndices, como los pedidos a la industria, la producción y el nivel de empleo, mientras simultáneamente se desaceleran las exportaciones y aumentan los inventarios. Las ventas minoristas, en tanto, cayeron en septiembre un 1,2% desde agosto y un 1% desde el mismo mes del año pasado.
El último informe de empleo del Departamento de Trabajo, en tanto, indicó que en septiembre se perdieron 159.000 empleos, con reducciones en el número de trabajadores de la construcción, la industria y el comercio minorista. El índice de desempleo se mantuvo en el 6,1%, la misma tasa que en agosto, pero fundamentalmente debido a la menor cantidad de desocupados que intentaron incorporarse al mercado. Aún así, en los últimos doce meses el número de desempleados creció en 2,2 millones y la desocupación es la más alta en años.
Pese a todo, el mes pasado crecieron las expectativas de los consumidores, que suelen anticipar cómo éstos gastarán su dinero. Pero claro, la medición se hizo antes de que la debacle bursátil obligara al gobierno estadounidense a salir al rescate de las entidades financieras y mostrara un intervencionismo impensable para el país insignia del capitalismo.