El radicalismo afronta su hora más difícil desde el retorno de la democracia. Al borde de la ruptura, sin apoyo popular y dirigentes que se van con Kirchner
A 23 años de haber llegado al poder tras la recuperación de la democracia, la UCR de Raúl Alfonsín atraviesa su hora más complicada.
Con una intención de voto muy baja, y severos cuestionamientos internos que se asemejan a una diáspora, es incierto el futuro del centenario partido.
El titular del Comité Nacional de la UCR, Roberto Iglesias, lamentó la decisión de los denominados "radicales K" de no concurrir a la próxima Convención Nacional del partido.
Y volvió a denunciar una "fuerte penetración y presión por parte del presidente" Néstor Kirchner a la oposición.
"Lamentablemente nos hemos encontrado con la sorpresa de que no van a concurrir", afirmó Iglesias, al evaluar la decisión de los radicales alineados con el Gobierno nacional.
El ex gobernador mendocino advirtió sobre una "fuerte penetración y presión por parte del presidente para formar un polo político hegemónico detrás de él".
Iglesias señaló que la UCR buscó "una discusión" sobre su futuro político pero señaló que "lamentablemente no se va a dar".
Por otra parte, sostuvo que -a su entender- el Gobierno "ha destruido al Partido Justicialista" y denunció que ahora quiere la "muerte del radicalismo", pero advirtió que la UCR "no está muerta".
En la próxima Convención Nacional partidiaria que comenzará mañana, el sector de la UCR que impulsa una alianza electoral con Roberto Lavagna se apresta a imponer su postura, mientras que los "radicales K" confirmaron que no asistirán a la cumbre partidaria.