Lo salvó que minutos antes decidió no ir al hotel. El jefe de Estado Ali Zardari iba a cenar allí con el premier y el jefe del Ejército. Vinculan el atentado con Al Qaeda
El ministro del Interior, Rehman Malik, informó que el presidente de Pakistán, el primer ministro, el jefe de las Fuerzas Armadas y los líderes del país iban a comer el día de la explosión en el hotel Marriott y cambiaron de idea apenas diez minutos antes. Así quedó confirmado que el ataque al hotel estaba dirigido al primer mandatario.
Eso no sólo les salvó la vida sino que impidió que el atentado decapitara al flamante gobierno paquistaní, cuando un camión con 1.000 kilos de explosivos se detonó el sábado por la noche en la barrera de seguridad de uno de los dos hoteles más lujosos de la ciudad.
"El presidente de la Asamblea Nacional había organizado una comida en el Marriott para todo el gobierno, el jefe de Estado Ali Zardari, el primer ministro Yousuf Gilani y el jefe del ejército. El presidente y el primer ministro cambiaron de idea y la comida se realizo en la casa del premier", explicó el ministro, según el diario Clarín, que había asistido ese mismo día a la primera exposición de Zardari ante el Parlamento.
Después de los primeros entierros y con filas de familiares buscando reconocer a sus deudos en las morgues por la explosión, el gobierno confirmó que todos los indicios conducen a organizaciones vinculadas con Al Qaeda. Ellos creen que árabes, uzbecos y probablemente chechenos están involucrados en la organización del atentado, después de que Osama Bin Laden declaró apenas un año atrás la "jihad" contra Islamabad y sus autoridades por ser "perros de Estados Unidos".
A las autoridades les preocupa la inteligencia obtenida por los autores del atentado para llegar no sólo al lugar más custodiado de Islamabad después de la residencia presidencial y el Parlamento, sino por la información precisa de que las autoridades del país podrían estar allí ese día.
El ministro del Interior acusó directamente a Al Qaeda, al asegurar que los explosivos usados eran explosivos de muy alta calidad y que ya habían sido utilizados en el atentado contra la Embajada danesa en Islamabad, que reivindicó Al Qaeda, y en el ataque a los servicios de inteligencia en Rawalpindi, con al menos 15 muertos.
Un grupo islamista se atribuyó el atentado en un llamado a una cadena de televisión. Fedayeem Islam llamó a Al Arabia para hacerse responsable, precisando que había 250 marines estadounidenses y miembros de la OTAN en ese momento en el hotel. Pero Al Arabia aseguró que no puede constatar la veracidad de esa información.
Este grupo opera en Waziristán, en la frontera con Afganistán y tiene estrechos lazos con Tehrik- e-Taleban, un grupo de talibanes paquistaníes liderados por el mullah Baitullah Mehsud, que el gobierno de Musharraf acusó de haber asesinado a la ex premier Benazir Bhutto.
El país se encuentra en extrema tensión, con miedo a atentados no sólo en edificios públicos sino en colegios internacionales, aeropuertos, hoteles, mercados, embajadas y sedes de organismos internacionales, en esta nueva etapa de "la guerra a la ciudad".
En este clima, ayer fue secuestrado el nuevo embajador afgano en Pakistán, Abdul Khalid Farahi, cuando iba desde la Embajada a su casa en Peshawar. Fue emboscado, los asaltantes mataron a su chofer y secuestraron al diplomático, que recién había sido designado en su nuevo destino. No se sabe dónde está. Todas las embajadas han reforzado la seguridad con medidas extremas y las familias diplomaticas se han dividido: esposas e hijos han partido al exterior.