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21 de noviembre de 2024
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Congreso de EEUU aún no aprueba el plan de rescate
Intenso debate por los alcances del salvataje. La oposición demócrata, que controla el Congreso, condicionó su respaldo al rescate de U$S 700.000M
22 de septiembre de 2008
El gobierno de George W. Bush instó a la oposición demócrata, que controla el Congreso, a aprobar rápidamente y sin cambios el plan de rescate financiero sin precedente de 700.000 millones de dólares, advirtiendo que de lo contrario "la economía colapsará".

Pero en lo que podría augurar una nueva jornada agitada en los mercados internacionales, los demócratas condicionaron su apoyo al rescate al advertir que no entregarán "un cheque en blanco al gobierno". Además, exigieron medidas adicionales para los contribuyentes y un paquete de estímulo económico.

El rescate anunciado por Bush apunta a nacionalizar las "deudas tóxicas" derivadas del mercado hipotecario que la semana pasada provocaron el colapso de los mercados internacionales.

También otorga poderes casi ilimitados al secretario del Tesoro, Henry Paulson, para manejar el multimillonario fondo.

"Comprendemos la gravedad del momento [...] pero no se puede simplemente entregar 700.000 millones de dólares de los contribuyentes y no insistir en la protección del contribuyente", dijo ayer el presidente de la Comisión de Bancos del Senado, el demócrata Christopher Dodd.

El legislador, al igual que otros demócratas, acusó al gobierno de centrar las medidas de apoyo en las empresas y olvidar a los norteamericanos comunes, también golpeados por la crisis.

Por otra parte, en una medida que podría aumentar los reparos del Congreso, ya que no estaba en el proyecto inicial de rescate, Paulson admitió que el plan abarcará también a los bancos extranjeros con actividades en Estados Unidos y reconoció que el gobierno norteamericano está buscando que otros países apliquen planes similares al lanzado por la Casa Blanca y que aporten fondos.

"Voy a pedir a nuestros colegas de todo el mundo que conciban programas similares", dijo Paulson. "Vivimos en un sistema globalizado", enfatizó. Esta posibilidad estaba siendo discutida anoche en una teleconferencia por los ministros de finanzas del Grupo de los Siete (G-7).

Originalmente, el borrador del proyecto indicaba que el rescate era para instituciones norteamericanas. Así se excluía a importantes bancos extranjeros, como Barclays, Credit Suisse, Deutsche Bank, HSBC y UBS, que ahora podrán ingresar en el rescate.

Paulson afirmó que, a efectos del rescate, lo importante no es el origen de los capitales sino que la institución tenga una cantidad significativa de operaciones en Estados Unidos. "Si la institución financiera tiene problemas en este país, eso tendrá el mismo impacto independientemente de si es estadounidense o extranjera."

Aunque coinciden en la necesidad de aprobar el plan, los demócratas exigen medidas adicionales. "No entregaremos un cheque en blanco por 700.000 millones de dólares a Wall Street", dijo la presidenta de la Cámara de Representantes y legisladora demócrata, Nancy Pelosi. Agregó que el plan requiere "supervisión independiente, protecciones para los dueños de viviendas y límites a la compensación excesiva para ejecutivos", por lo que sería modificado pese a que el gobierno había pedido que fuera aprobado a libro cerrado.

Sin embargo, el senador Charles Schumer, un demócrata de Nueva York que participó de las reuniones de emergencia con Paulson, admitió que un paquete de ayuda para el norteamericano medio "no necesariamente tiene que ser parte del rescate", por lo que se podría aprobar en forma paralela.

Los demócratas buscaban ayer el compromiso del gobierno de que no vetaría una ley del Congreso en este sentido. "Tenemos más del 50% de posibilidades de concretar algo", dijo Schumer.

Durante el día, Paulson mantuvo una interminable sucesión de entrevistas por televisión como parte de la estrategia para presionar a los demócratas para que aprueben el rescate, la mayor intervención estatal desde la Gran Depresión.

Para cubrir su costo, el Tesoro pidió al Congreso que eleve el límite de la deuda pública a 11,3 billones de dólares desde 10,6 billones, en lo que será un verdadero desafío para Estados Unidos, que ya debe financiar dos guerras y cuenta con déficit presupuestario anual de 600.000 millones de dólares.

"Odio el hecho de que tengamos que hacerlo, pero es mejor que la alternativa", dijo Paulson. "Este es un tiempo humillante para Estados Unidos", admitió. "Los mercados siguen muy frágiles y están por ahora suspendidos. Tenemos que enfrentar esto rápidamente", imploró.

El funcionario también se opuso a que la oposición realizara cambios al proyecto para incluir medidas de alivio al norteamericano medio: "La mayor ayuda que le podemos dar al pueblo norteamericano es estabilizar nuestro sistema financiero ahora mismo".