La Presidenta, que viajó con su marido, hablará el martes ante la ONU, justo cuando en Miami declare el venezolano de la valija polémica. Tocará la campana del Nasdaq
Cristina Kirchner fue a Nueva York con grandes ambiciones y desafíos.
La suerte quiso esta vez que la primera visita como Presidenta a una ciudad que adora tropiece con el caso Antonini Wilson.
El atril de la Asamblea General de las Naciones Unidas espera a Cristina el mediodía del martes, hora y día en los que se estima comenzará a declarar ante la Corte de Miami el venezolano Guido Antonini Wilson por el caso de la valija de los 800 mil dólares que intentó ingresar a la Argentina.
En el Gobierno nada atribuyen al destino y observan con preocupación estas coincidencias, que alimentan las teorías conspirativas a las que son tan sensibles en el vértice del poder.
La Presidenta ofrecerá su primer mensaje en el plenario de la Asamblea General de la ONU.
Cristina tendrá la chance allí de repasar las cuestiones que son propias de la agenda exterior del kirchnerismo: el multilateralismo; la situación en Irak, la reforma de la ONU; la situación de los derechos humanos; el cambio climático; la resistencia de Irán a colaborar con la investigación sobre el atentado contra la AMIA; las distorsiones en el comercio mundial y la crítica a los organismos financieros internacionales.
El Gobierno había apostado a la cuestión alimentaria y la distribución desigual del ingreso en la región --que ya habían aparecido en los discursos de la primera Cristina, antes de la debilidad-- como dos de los ejes con los que la Presidenta buscará dejar su impronta. Pero será su posición --la del Gobierno-- ante la crisis financiera en los Estados Unidos la que seguramente concentre el mayor interés.
El Gobierno no superó todavía cierto discurso socarrón, de regocijo intelectual por el salvataje al que debió recurrir Washington para evitar el colapso del sistema financiero y con él, el de la economía mundial. ¿Se le puede reprochar esta reacción? El mundo no sólo es una tribuna bonaerense.
Necesita acabar de una vez con las dudas sobre la capacidad de pago de la Argentina y regresar a los mercados internacionales para garantizarse el acceso al financiamiento.
La fórmula ha sido hasta ahora la empleada por Kirchner: gritar y después pagar. Cristina llega con el anuncio de la voluntad de pago a los países de Club de París y otra vez se contempla de posibilidad de un acuerdo por los holdouts, los bonistas que quedaron fuera del canje de la deuda -y de la ley argentina- en marzo de 2005 (ver página 3). Hay quienes explican en estos términos el encuentro bilateral previsto con el italiano Silvio Berlusconi.
Cristina dará una primera señal de hacia dónde quiere ir mañana lunes, cuando participe del cierre de la jornada del Nasdaq, el mercado electrónico de Nueva York, donde cotizan las argentinas IRSA y Banco de Galicia --aquí se espera a Eduardo Elsztain y Antonio Garcés, sus titulares--, e incluso con la primera actividad oficial, ese día temprano, su encuentro con el titular del Banco Interamericano de Desarrollo, Luis Alberto Moreno.
Los funcionarios que aquí esperan matan el tiempo con apuestas: ¿Cristina también se animará a improvisar su discurso ante las Naciones Unidas?