El superaparato, al que la gente rebautizó "Halo", tuvo problemas en los imanes y decidieron apagarlo. Volvería a funcionar en dos meses
El experimento más ambicioso de la historia no está a salvo de problemas.
El Large Hadron Collider, el acelerador de partículas del Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN), vedette de la física de partículas, vive una minicrisis de identidad.
No sólo ya comenzó a sufrir fallas eléctricas en sus imanes –las cuales empujaron a los ingenieros suizos a apagar el aparato entero– sino que además su nombre técnico no convence del todo.
Tal vez por eso, la Real Sociedad de Química de Londres, Reino Unido, organizó hace un par de días una encuesta masiva para rebautizar a este experimento de seis mil millones de dólares. Hubo 2.500 propuestas pero sólo una ganadora: “Halo”.
“El nombre Halo combina las visiones de belleza radiante, poder y sabiduría. El círculo de luz refleja la forma del acelerador”, se lee en el comunicado de esta asociación que no tiene nada que ver con el CERN y que de una vez por todas quiso desterrar los acrónimos y las denominaciones crípticas del campo científico.
Los encuestados exageraron en originalidad: “Stargate”, “The Genesis Engine”, “Hawkinator” (por Stephen Hawking), “The One Ring” (por El Señor de los Anillos), “Bosonator”, “The Big Banger”, “Infinite Devil Machine”, “The Matter Splatterer”, “Colliderscope” y “Collidertorus Rex” se destacaron pero no tanto como el angelical “Halo”, que puede ser entendido tanto como el efecto óptico causado por partículas de hielo como “círculo de luz difusa en torno de un cuerpo luminoso”.
“Elegimos una sugerencia que es simple, memorable y que trae en mente la merecida grandiosidad de lo que tal vez sea el experimento más grande jamás construido”, explicaron los miembros de esta sociedad que ahora con toda la pompa y circunstancia sugerirán a sus colegas físicos del CERN que adopten este approach más romántico.
Tal vez lo hagan, tal vez no. Por el momento están bastante ocupados: una semana después de su presentación oficial, el acelerador de partículas enterrado a cien metros de la superficie en la frontera que separa a Francia de Suiza tuvo que ser detenido después de sucesivas fallas eléctricas en el sistema de enfriamiento de los imanes encargados de direccionar los rayos de protones del LHC, en los túneles de 27 kilómetros.
Las dificultades técnicas no se detienen ahí: ayer se le sumó una fuga de una tonelada de helio de uno de los superimanes enfriados a -271,25 °C que pospondría aun más el arranque de las colisiones de partículas para hallar el bosón de Higgs.
“Las reparaciones podrían tardar semanas”, afirmó James Gillies, vocero del CERN. “No queremos especular hasta tener más información sobre qué es lo que ocurrió. Lo que sí es seguro es que ni el lunes próximo ni en los días siguientes habrá colisiones”.