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Los alquileres de los campos, baratitos, baratitos
Por primera vez en seis años la caída llega hasta 20% y se nota más en contratos hechos durante la pelea con el Gobierno. Especialistas explican las causas del fenómeno
18 de septiembre de 2008
Por primera vez en seis años, los alquileres de las explotaciones agrícolas de la pampa húmeda, donde se concentra casi el 80% de la producción, muestran caídas de un 10 a un 20% en quintales de soja por hectárea, según fuentes consultadas por LA NACION.

Si bien habitualmente el grueso de los arrendamientos se empieza a negociar casi sobre el fin de la cosecha con vistas a la próxima, este año el conflicto con el Gobierno demoró el cierre de las operaciones en más de dos meses y las bajas detectadas corresponden a los contratos realizados en medio de la pelea y tras la derogación de la medida que impulsó el ministro de Economía Martín Lousteau. Sólo los arrendamientos de las tierras muy buenas, firmados en muchos casos antes del conflicto, han logrado mantener sus valores. Otra aclaración: en esos casos, incluso en dólares por hectárea -no ya en quintales-, puede haber alzas porque la soja vale más que el último año. Alrededor del 60% de la agricultura se hace sobre tierras de terceros.

Con matices, los especialistas consultados dan cuenta de que por primera vez en seis años se detuvo la fiebre alcista del precio de los alquileres y que la tendencia apunta ahora a la baja. Las causas del fenómeno son variadas. Entre ellas, la incertidumbre que provocó la batalla con el Gobierno; el aumento de los costos en los insumos, que en promedio subieron un 40% pero tienen casos de más del 100% en los fertilizantes; el alza de las labores, con no menos de un 20% de crecimiento; la baja de los precios de los granos de más de un 30% desde fines de junio y principios de julio pasado; las restricciones para un financiamiento más conveniente que en 2007, y la sequía, que ha provocado que muchos productores o contratistas desistieran de alquilar nuevamente.

"Todos estos factores hicieron que los alquileres bajaran entre un 12 y un 20%; alrededor del 65% [de los contratos] tuvo bajas", subrayó Guillermo Villagra, socio de la consultora Openagro, que no tiene dudas de que los productores hoy están ante un escenario con números estrechos, sobre todo si arriendan. Según sus cálculos, contra 200/250 dólares por hectárea que el año pasado podía dejar en un campo alquilado -sin contar impuestos- una soja de más de 3000 kilos por hectárea, hoy no habría que esperar más de US$ 50/60, siempre sin incluir los impuestos.

Por eso, como nunca antes el ajuste en el sector pasa por los arrendamientos. Así, los dueños de los campos ya no pueden jactarse de que del otro lado de la tranquera tienen cuatro o cinco candidatos esperando si se va un inquilino. Hasta las grandes empresas han recortado sus planes de crecimiento; El Tejar, por ejemplo, que trabaja más de 150.000 hectáreas, hizo un 30% menos de lo que pensaba sembrar. Una fuente cercana a la firma dijo que eso ocurrió por la incertidumbre y los mayores costos. Allí afirman que en promedio hacer una hectárea sale US$ 150 más que el año pasado.

En este contexto, muchos inquilinos de la pampa húmeda han buscado más plazo para el pago. "Hay menos interés y los precios en general bajaron un 20%, por lo menos en la pampa húmeda", señaló Pedro Nordheimer, director de la inmobiliaria rural que lleva su apellido. Según Openagro, antes del conflicto con el Gobierno en la zona agrícola núcleo -una región de unos 4,4 millones de hectáreas entre el norte bonaerense, el sur de Santa Fe y el sudeste cordobés- los alquileres rondaban entre 15 y 20 quintales de soja, pero después cayeron a una franja de 14 a 17 quintales; además, según esa consultora, en el oeste bonaerense pasaron de 11-14 quintales a 9,5/12 quintales. Igual, en la zona núcleo las mejores tierras se mantienen entre 18 y 20 quintales.

Precios y modalidad de pago
Precisamente, según Eduardo Fitz Gerald, director de Compañía Argentina de Tierras, los únicos alquileres que se mantuvieron en valores similares al año pasado son los campos que "podríamos denominar AAA", de muy buena calidad en la zona núcleo y parte del oeste bonaerense. "El resto [de los campos], lo que podríamos llamar la periferia de la pampa húmeda, está más complicado", dijo el especialista, que agregó: "Hay bajas, pueden ser de un 10 a un 15 por ciento".

Marcos Lanusse, director de Madero & Lanusse Campos, coincidió en que en general los buenos campos lograron prácticamente mantener sus valores, si bien también registraron bajas y cambiaron las condiciones de pago, con plazos más largos. Así, de un pago de contado se están manejando de tres a cinco pagos desde el comienzo del contrato hasta la cosecha, según Lanusse. "En los campos agrícolas de menor calidad observamos negociaciones para bajar los precios, cosa que en general ocurrió en el orden de entre un 15 y un 20 por ciento", señaló. Como con los mejores campos, en los de menor calidad también se intentó cambiar la modalidad de pago, en este caso buscando que el propietario aceptara un porcentaje de la cosecha.

Según Fitz Gerald, esta última modalidad se ha visto más en las zonas marginales para la producción agrícola, alejadas de la pampa húmeda. "De los pocos alquileres que se realizan [en esas regiones] muchos son a porcentaje", indicó.

Alejandro de Elizalde, director general de Elizalde Garrahan & Cía., observó también negocios cerrados a porcentaje, en los que se "pagó bastante menos" en los campos de inferior calidad. Como otros consultados, ve que las tierras de muy buena productividad mantuvieron su precio.