Nueve mandatarios, entre ellos Evo, Lula y Cristina, confirmaron su asistencia. Buscan apuntalar la vigencia del régimen institucional en la convulsionada Bolivia
Algunos presidentes se adelantaron a viajar a Santiago para llegar a las 15 horas a la capital chilena, donde hoy se realiza una cumbre de emergencia de Unasur, convocada a instancias de Michelle Bachelet, titular pro témpore del bloque regional.
Habían confirmado su asistencia nueve jefes de Estado de la docena que participan formalmente de la organización. Estarán los gobernantes de Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile, Colombia, Venezuela, Ecuador y Bolivia.
En La Paz se confirmó anoche que Evo Morales acudirá. "El presidente va'', dijo muy escuetamente su vice, Alvaro García Linera.
El peruano Alan García decidió enviar a su canciller, José García Belaunde, en parte, porque este país del Pacífico sudamericano está unido al resto sólo para no quedar afuera del mapa continental.
Mucho más importante que su deserción era una eventual ausencia de Lula da Silva, quien recién el sábado por la noche confirmó que participará del encuentro. Fue luego de una conversación telefónica con Bachelet en la que la jefa de Estado chilena le pidió que no faltara ni enviara un representante. A Bachelet le preocupaba y mucho la situación institucional boliviana, como se lo hizo saber a su colega brasileño. Pero también temía que en su primera prueba de fuerza la Unión Sudamericana sufriera un desgarro en su credibilidad. Fueron altos funcionarios del Palacio del Planalto quienes se encargaron de llamar a las distintas capitales para informar que Lula estará en Santiago a la hora fijada.
Lula le sugirió a Bachelet que le gustaría contar con un acuerdo previo de Evo respecto de los resultados de la cita de hoy. "Deberíamos saber que aceptará la ayuda de los vecinos", indicó, porque de lo contrario Morales (y la oposición) "pueden interpretarlo como una injerencia". Le señaló también que si el gobernante boliviano fuera apenas a recoger apoyo y rechazara cualquier iniciativa de intermediación también se correrá el riesgo de vaciar Unasur.
Para Bachelet primó la urgencia: "No queremos permanecer impávidos ante una situación que nos preocupa", sostuvo. El objetivo del encuentro de hoy, en cuya gestación participó en forma activa Cristina Kirchner, es "proponer una actitud constructiva que permita acercar las partes, al mismo tiempo que se apoyan los esfuerzos del pueblo boliviano y de su gobierno por garantizar el proceso democrático y la estabilidad y la paz en Bolivia".
Pero en Brasilia no saben exactamente cómo puede reaccionar el propio Morales. Los opositores de los departamentos, conscientes de esa contradicción, ayer le pidieron a Lula que intervenga directamente como mediador del conflicto. El gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas, se solazaba: "Brasil es una garantía de solución para el conflicto. Esperamos que el presidente Lula pueda mediar." En el Comité Cívico santacruceño dijeron: "Hubo contactos iniciales con Brasil y esperamos que este país ejerza el liderazgo regional."
No obstante, Lula demostró tener claro de qué lado posicionar a su gobierno. "Pienso que los líderes bolivianos precisan entender que su país sólo tiene una chance de desarrollarse y mejorar la vida del pueblo: primero, consolidar el proceso democrático y eso significa respetar la Constitución. Segundo, Evo Morales acabó de tener un nuevo referendo y el pueblo lo ratificó".
Agregó a esto una advertencia: "La oposición debe manifestarse cuanto quiera, pero no es posible aceptar prácticas violentas." Lo que Lula trató de transmitir a sus colegas sudamericanos es que le toca al presidente de Bolivia decidir si quiere o no un apoyo efectivo o apenas una declaración de solidaridad. Para esto último, señalaban en Brasilia, no haría falta una cita presidencial. Así se lo dio a entender a la presidenta Cristina Kirchner, con quien se comunicó varias veces este fin de semana, como también al venezolano Hugo Chávez y obviamente a Bachelet. Fue entonces que el jefe de Estado brasileño recordó que el jueves estaban a punto de partir a La Paz el asesor internacional Marco Aurelio García y el vicecanciller Samuel Pinheiro, quienes iban a juntarse con el ministro Jorge Taiana y representantes de Colombia.
"Recibimos entonces un llamado telefónico del embajador de Bolivia (en Brasil), Pablo Sólon. El nos dijo que en La Paz entendían que no era el mejor momento para ir." De acuerdo con su propio relato, entonces "le pregunté a Evo qué pensaba que podría hacer Brasil para ayudar. Hay que ser claros: cuando se tiene una crisis en un país, Brasil no puede actuar según le parezca; sólo puede hacer lo que le pidan el gobierno y el pueblo de Bolivia".