La demora en el cumplimiento subió 50% en los últimos doce meses y hasta 30% sólo en lo que va del año. Se podría venir una nueva suba si los porteros logran otra mejora
Cada vez menos gente paga las expensas. Según datos oficiales, el atraso en el pago creció un 50% en los últimos doce meses. Y podrían aumentar su valor si los porteros logran otra mejora.
Según datos privados, la demora en el cumplimiento subió 50% en los últimos doce meses y hasta 30% sólo en lo que va del año.
La polémica surgió a partir de las declaraciones del jefe de la federación de encargados (Fateryh), Víctor Santa María, que le anticipó a Crítica de la Argentina su decisión de reabrir la paritaria. Los salarios de los porteros tienen una incidencia promedio de 40% sobre el valor de las expensas.
El sindicato tiene previsto iniciar esta semana contactos con la cámara de administradores (Caphai) para reclamar un incremento salarial adicional al 19,5% acordado en febrero último.
El presidente de Caphai, Horacio Belli, admitió que en el sector se sabía de la inminencia del reclamo, pero dijo no conocer el volumen del aumento que se pedirá. El directivo justificó el planteo por entender que el país atraviesa “un proceso inflacionario que este año va a terminar en 30% y naturalmente los trabajadores quieren recuperar el terreno perdido”. Bielli destacó que la demanda coincidirá este mes con el último ajuste en las expensas relacionado con el aumento salarial pactado a principios de año. “Ni siquiera se terminó de aplicar el convenio y el que tenemos ya no sirve”, lamentó.
Bielli sumó un dato: de acuerdo con un estudio de la cámara, realizado sobre mil consorcios, la morosidad en el pago de las expensas aumentó en lo que va del año entre 25 y 30 por ciento, y acumuló 50% en los últimos doce meses. “A esta altura del año pasado, la morosidad equivalía a un mes de recaudación de cada consorcio, y ahora es un mes y medio. Lo vemos con mucha preocupación”, completó.
Las asociaciones de consumidores recibieron con malestar un eventual nuevo aumento en las expensas. “La gente a esta altura está desesperada no sólo por la suba a los porteros sino por el incremento en el valor de los insumos. El problema central es que los propietarios no nos sentimos identificados en las paritarias con quienes dicen representarnos, que son los administradores y en realidad están en línea con los porteros. Tenemos la sensación de que el zorro cuida a las gallinas”, graficó a este diario Susana Andrada, presidenta del Centro de Educación al Consumidor (CEC).
Según la dirigente, Santa María “es un aliado del Gobierno y como tal tiene toda la libertad de plantear lo que quiera, porque del otro lado no hay quien le diga lo contrario”. Andrada coincidió con que “la morosidad es altísima” y dijo que se vincula no sólo con el valor de las expensas sino “con los aumentos en los colegios privados, las prepagas, los alquileres, los seguros de los autos y la electricidad”, entre otros rubros.
Pedro Bussetti, presidente de Defensa de Usuarios y Consumidores (Deuco), sostuvo que si bien es “razonable el pedido que hacen los encargados, existe un grado de desprotección del consorcista”, que además debe afrontar otras subas, como las de tarifas y alumbrado, barrido y limpieza. Bussetti sostuvo que los más afectados serán siempre “los inquilinos, que tuvieron que afrontar hasta ahora aumentos de hasta 100% en el valor de las locaciones”.
El presidente de la Unión Argentina de Inquilinos, Radamés Marini, sintetizó: “Es un desastre, porque no somos parte de la negociación salarial pero los propietarios de bienes de renta nos transfieren todos sus costos. No estoy para discutir los derechos de nadie y me parece bien que los porteros ganen plata, pero para nosotros es una situación muy desgraciada. Lo gracioso es que la negociación la resuelven los administradores, que son parte del consorcio y habitualmente socios de los porteros”.
Marini sostuvo que de cualquier forma en que se mida la inflación “los alquileres aumentaron dos veces y medio más”, lo que a su juicio generó “una expulsión masiva de inquilinos hacia viviendas más chicas, más alejadas y de peor calidad”. Con ese proceso “se degrada la estructura de vivienda”, agregó.