Científicos argentinos adelantaron que el objetivo es crear en dos o tres años productos innovadores para aplicaciones en tres áreas: espacial, de seguridad y salud
El diseño de narices electrónicas u olfateadores capaces de detectar explosivos, drogas o gases tóxicos; de antenas de última generación para satélites, y de robots microscópicos que transporten un medicamento en el organismo humano son algunos de los proyectos de vanguardia que lleva adelante un equipo de científicos argentinos.
En todos los casos se trabaja con nanotecnología, una rama científica que permite la creación de nuevos materiales útiles, dispositivos y sistemas dotados de propiedades inusuales. Lo hace mediante el control de la materia en la escala del nanómetro (millonésima parte de un milímetro) y del micrón, que equivale a 1000 nanómetros, según detalla Bruno Geller, para el diario La Nación.
"El objetivo es crear en dos o tres años productos innovadores para aplicaciones en tres áreas estratégicas: espacial, de seguridad y salud", dijo el doctor en física Alberto Lamagna, gerente de Investigaciones y Aplicaciones No Nucleares de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y líder del proyecto Nodo Nanotec. Las unidades de mateteria con las que trabajan los nanotecnólogos son difíciles de imaginar, "pero para darse una idea, el tamaño de una nanopartícula de oro (cuyo diámetro es de 4 nanómetros) es al tamaño de una pelota de fútbol como el tamaño de esa pelota es al tamaño de la Tierra", explica Lamagna.
"En el Nodo Nanotec se tienen suficientes recursos humanos, equipamiento e infraestructura para tener éxito en los ambiciosos objetivos tecnológicos", agrega Lamagna, que, además, es profesor adjunto de la Universidad Nacional de San Martín.
Los fondos provienen mayoritariamente de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (Ancypt), la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), de laboratorios Craveri y, en el caso del olfateador, de la Secretaría de Seguridad Interior", indica.
En tanto, Maximiliano Fischer, un joven ingeniero aeronáutico de 36 años que desarrolla aplicaciones microtecnológicas para misiones espaciales, comenta: "Desde muy joven busco la satisfacción de aplicar la creatividad y la ingeniería para que un día algún satélite o nave espacial lleve una pequeña parte de la que me sienta orgulloso".
Entre otros proyectos, Fischer y un equipo de colegas desarrollan micromáquinas en antenas de comunicaciones para satélites, de modo de hacerlas mucho más eficientes. "Esos dispositivos están formados por pequeñísimos interruptores fabricados en silicio, con piezas móviles de unos 700 micrones de largo -explica Fischer-. Las ventajas para incluirlos en misiones espaciales son varias y todo indica que jugarán un papel preponderante en satélites y vehículos espaciales."
Entre ellas, su tamaño y peso mínimos las hacen atractivas por lo que cuestan los despegues (miles de dólares por kilo), mientras que su bajísimo consumo de energía puede ahorrar peso de batería o prolongar las misiones.
Olfateadores robóticos
"El olfateador toma aspectos de una nariz biológica. Reconoce distintas clases de una gran cantidad de gases y elementos volátiles previamente aprendidos y almacenados en la memoria de su computadora -explica el doctor Carlos Rinaldi, investigador del Conicet en el laboratorio de micro y nanotecnologías de CNEA-. Su sensibilidad le permite detectar y medir tanto explosivos como drogas."
Según Rinaldi, que coordina el proyecto, ese tipo de dispositivos es útil en la seguridad nacional. "La aparición de amenazas terroristas y el contrabando de drogas ponen de manifiesto la necesidad de modernizar y actualizar las tecnologías en las fronteras, los puertos y los aeropuertos."
Minirrobots en la córnea
Hasta la fecha, el equipo que dirige el doctor Juan Gallo, vicedecano y profesor titular de oftalmología de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral, implantó láminas de células madre de córnea en ojos de conejos con opacidad corneal por quemaduras.
Aunque los animales recuperaron la vista, más tarde sufrieron una invasión de vasos en los tejidos transparentes de la córnea. El trabajo fue publicado en la revista especializada Journal of Cataract and Refractive Surgery .
"Para evitarlo, trabajamos en el diseño de microsistemas de escala nanométrica que puedan implantarse en la córnea. Esos dispositivos, dotados de sensores, liberarían en forma controlada una droga que impediría la formación de vasos sanguíneos", explica.
La ventaja de esos dispositivos es que reemplazarían la aplicación directa de fármacos, que se lavan rápido por el pestañeo. "Esta técnica podría combinarse con rayos láser, dado que también detienen el crecimiento de los vasos -señala-. Si probamos su efectividad en animales, el paso siguiente será realizar ensayos clínicos en humanos."
Un invento como ése podría ser útil para tratar diversas patologías que afectan tanto la córnea como la retina, y que en muchos casos producen ceguera, opina Gallo.
En simultáneo, Gallo y otros colegas trabajan en el diseño de nanopartículas para destruir tumores en forma selectiva o bien crear nanobiosensores que detecten, en pocos segundos, diferentes tipos de moléculas biológicas y patógenas; esto permite desarrollar estrategias preventivas efectivas para un amplio rango de enfermedades.
"Hasta ahora los resultados son alentadores", señala Lamagna. Y continúa: "Nuestro país necesita transformar la excelencia científica y tecnológica en riqueza para la sociedad toda. Desde el ámbito de las nanotecnologías, pretendemos dar respuestas a algunas de las necesidades de la Argentina".