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3 de diciembre de 2024
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La noche en que Juan Domingo Perón empezó a morirse
Siete meses antes de su fallecimiento, El General estuvo al borde de la muerte. Allí empezó la cuenta regresiva que terminó el 1 de julio de 1974. Esta es la historia
30 de junio de 2008
Por Roberto Aguirre Blanco

A sólo 40 días de haber asumido la tercera presidencia, el líder del partido peronista desnudó la flaqueza de su salud, y ese hecho se transformó en una demostración cabal de que Perón llegó al poder en un estado personal muy deteriorado.

La noche del 21 de noviembre de 1973, el carismático líder repitió un cuadro ya habitual en él, que incluía fatiga, falta de aire y dolores en el pecho, pero esta vez con una persistencia que no se podía superar con la medicación habitual.

La falta de atención médica frente a una urgencia como esta en la residencia de la calle Gaspar Campos 1075, en el partido de Vicente López, desnudó el descuido que sufría el presidente de la Nación, quien esa noche casi se muere.

Este hecho confirmaría tiempo después una verdad que nadie quería aceptar: Perón tenía su salud deteriorada y no podría hacerse cargo de las responsabilidades de un jefe de Estado.

El grave cuadro se materializó luego de un breve viaje de Perón a Montevideo y tras un acto a bordo de un portaaviones, que incluyó una jornada de viento polar y exigencia física con subidas y bajadas de escaleras dentro de la nave.

Cuando el ataque se produjo sólo estaban en la residencia personal de Perón su esposa, María Estela Martínez, el ministro de Bienestar Social, José López Rega, y el custodio personal del general, Juan Esquer.

La desesperación de López Rega e Isabelita al no poder hallar en su domicilio al médico personal del jefe de Estado, Pedro Cossio, movilizó a Esquer, quien salió a la calle a ciegas a buscar un médico para salvarle la vida a Perón.

El custodio se dirigió a la Clínica de Olivos y allí dos facultativos internos del sanatorio privado, Luis Gilardi y Carlos Galvagni, se dirigieron a Gaspar Campos.

En una rápida reacción, los médicos intentaron reanimar al veterano dirigente político de 78 años, que estaba sentado al borde de la cama, inquieto, nervioso, con falta de aire y un dolor punzante en el pecho.

Perón ya había sufrido dos infartos anteriormente, y con varios episodios de anginas de pecho "con dolores intensos y espontáneos", según señaló en su momento otro de sus médicos de cabecera, el ex ministro Jorge Taiana.

Uno de estos hechos ocurrió el mismo vuelo de regreso de Perón a país, el 20 de junio de 1973, y que tuvo un agravamiento mayor luego de la tragedia de Ezeiza que afectó mucho al tres veces presidente de la nación.

Durante el vuelo, según revela Taiana -padre del actual canciller- en su libro "El Ultimo Perón", el cuadro fue superado en el avión charter, tras hacer una ingesta de whisky ante la falta de medicación adecuada.

En esa noche calurosa de noviembre, Perón no llegó a dormirse cuando la presión en el pecho lo puso ansioso y comenzó a caminar por su cuarto sin que nadie pudiera calmarlo, y en ese estado de nervios lo encontraron los médicos Gilardi y Galvagni.

Con una presión por las nubes, y expectorando mucosa con sangre, Perón recibió una medicación de urgencia que luego de un largo rato lo estabilizó, aunque nunca se le pudo quitar la mascarilla de oxígeno que le colocaron desde el inicio del episodio.

La imagen, según los testigos de esa noche, era patética: Isabelita lloraba sin otra reacción en un rincón del cuarto de la casona de Vicente López, mientras López Rega, de pie, sostenía la máscara de oxigeno mientras murmuraba palabras ininteligibles.

Mientras los médicos del barrio actuaban y le salvaban la vida a Perón, un móvil policial trajo desde el Barrio Norte hasta Vicente López a Cossio en seis minutos.

Cossio aprobó lo realizado por los médicos y según explicó luego en la historia clínica del ex presidente -que estuvo más de treinta años clasificada como documentos sin acceso- dijo que Perón sufría de "edemas pulmonares, trombosis aórtica y una notable cardiopatía", cuadros que empezaron a manifestarse a fines de 1972 en Madrid.

Perón, quien ya había sido operado de un cáncer de próstata en 1971, tenía un cuadro de salud serio para su edad, que no era muy aconsejable para una intensa actividad presidencial.

La especial situación política que vivió la Argentina en 1973 lo llevó a encabezar la lista del PJ en las elecciones de septiembre que lo consagraron como presidente por tercera vez en la historia.

Este hecho, ocurrido a pocos días de su asunción, provocó que desde ese momento se le designaran tres enfermeras en forma permanente y el desplazamiento de una unidad coronaria móvil del Hospital Italiano a su casa.

Semanas después, por pedido de sus médicos (Cossio, Taiana y Jorge Liotta) se mudó de la casa que tanto disfrutaba en Vicente López a la Quinta de Olivos -lugar que nunca le agradó- para poder estar mejor atendido en caso de una urgencia.

A partir de ese 21 de noviembre de 1973, la salud del presidente fue en constante deterioro y tuvo un agravamiento llamativo en los últimos dos meses de vida, que se apagó a las 10:30 del 1 de julio de 1974.