Veinte años atrás Racing ganó la Supercopa. Un respiro en medio de la gran sequía de más de tres décadas sin vueltas olímpicas. El título de Basile, Fillol y Ruben Paz
Por Roberto Aguirre Blanco
En medio de los años tormentosos del descenso y el regreso a primera, en la década infame de la historia de Racing Club, la entidad de Avellanada logró un tiempo de remanso a su conflictiva vida institucional cuando ganó la Supercopa “Joao Havelange” de 1988 al superar en la final al Cruzeiro de Brasil.
Cinco años después del descenso de 1983, La Academia abrazó esa conquista internacional como un objetivo soñado para eludir no solo a esta historia reciente de fracaso futbolísticos recientes sino además porque hacia a esa fecha ya llevaba 22 años sin títulos, mucho para un grande.
También habrá sido por esa seguidilla de malos momentos que la vuelta olímpica realizada en el estadio de Belo Horizonte por ese plantel dirigido por Alfio Basile fue vivida a pleno por jugadores e hinchas, quizás imaginando lo vendría: 13 años más de desesperanzas hasta el título del 2001.
La corrida del delantero Catalán para convertir el gol del empate en las tierras brasileñas fue su salto a la fama del jugador de Racing, quizás efímera, pero que le permitió entrar a la historia grande de los “blanquicelestes” y otorgarle un esperado título sudamericano.
La Supercopa comenzó a jugarse ese año como un nuevo torneo continental organizado por la Conferencia Sudamérica de Fútbol entre los todos lo clubes ganadores de la Copa Libertadores.
Como un hecho habitual, Racing fue el ganador inaugural del torneo, cumpliendo con su historia de hitos, primer tricampeón del fútbol local y el primer club argentino en ganar la Copa Intercontinental.
Ese plantel se conformó con figuras que quedaría en la memoria de la entidad como el arquero Ubaldo Fillol, los defensores Néstor Fabbri y Gustavo Costas, los mediocampistas, Miguel Angel Ludueña, Miguel Colombatti y Rubén Paz, además de los delanteros Ramón Medina Bello y José “Toti” Iglesias.
En la primera fase, eliminó al Santos de Brasil tras ganarle de local 2 a 0 y empatar sin goles en San Pablo, para luego tener la suerte de quedar, por sorteo, clasificado en la segunda fase y así acceder a las semifinales.
En esa instancia enfrentó a River Plate con un plantel sólido de figuras (Oscar Ruggeri, Nery Pumpido, Américo Gallego y Nelson Gutierrez, entre otros) ganando 2 a 1 en Avellaneda, con dos tantos de Walter Fernández y un empate agónico en el Monumental 1 a 1, con un cabezazo salvador en tiempo de descuento de Fabbri.
El gran esfuerzo de Racing también se daba que a la par jugaba las instancias finales de la Liguilla de la Copa Libertadores, y donde con un equipo alternativo de juveniles también se dio el lujo de eliminar a River en las semifinales.
Sin embargo, el objetivo era un nuevo título internacional y este llegó tras ganar en la primera final en el Cilindro por 2 a 1 luego de levantar una derrota parcial con goles de Fernández y Colombatti.
El 18 de junio, en el Mineirao, con más de 75 mil espectadores en contra, Racing y un puñado de hinchas que llegaron a ese estadio dieron rienda suelta a una felicidad contenida por dos décadas, un recreo para más de 13 años de años malos que se asomaban en el futuro.
En medio de la algarabía estaba feliz un hijo dilecto del club: el “Coco” Basile, campeón de 1966 y el hombre que regresó a Racing a la Primera División, mientras uno de los hinchas presentes en esa tribuna fue el ex presidente Néstor Kirchner, cuando aún no era ni siquiera intendente de Río Gallegos.
A 25 años de aquel traumático descenso de 1983, Racing conmemora dos décadas de la Supercopa 1988, a días de jugar un partido clave en su intento por continuar en la primea división. Nada es casual, así es Racing.