Por primera vez, un gobernador kirchnerista cuestiona al hombre fuerte del Gobierno, el jefe de Gabinete en quien Cristina más confía. Declaraciones que harán ruido
"Me parece que Alberto Fernández tiró de la soga demasiado, ostentando un poder que nadie le ha dado. Me parece que los que tienen poder son los que pasan por las urnas y en ese sentido, me parece que él ha tomado medidas que produjeron una serie de enojos".
La frase no la dijeron Elisa Carrió ni Mauricio Macri, sino el ultrakirchnerista gobernador de Chubut, Mario Das Neves, reelecto por la gran mayoría de los chubutenses en los últimos comicios y vecino de Santa Cruz, el pago chico de los Kirchner.
Al matrimonio Kirchner le gusta gobernador con mano de hierro, tal vez porque le quedó el trauma de lo ocurrido con Fernando de la Rúa, cuando la autoridad presidencial cayó a los niveles más bajos de la historia argentina.
Tal vez porque hayan entendido como pocos que a los argentinos les gustan presidentes fuertes.
Por eso, las últimas declaraciones del gobernador de Chubut, el ultrakirchnerista Mario Das Neves, contra Alberto Fernández, prometen hacer ruido en la Casa Rosada.
Das Neves dijo que Alberto tiró de la soga demasiado, ostentando un poder que nadie le ha dado.
El gobernador de Chubut, uno de los mandatarios provinciales más cercanos al matrimonio Kirchner, no tiene miedo de criticar al Jefe de Gabinete ni de decir qué le molesta del porteño.
Después de los 21 días de tensión, de piquetes y contrapiquetes, de histéricos discursos, de golpes y ruidosas cacerolas, Das Neves, admitió lo que varios de sus colegas dicen por lo bajo pero desmienten en público.
Que hay malestar entre algunos mandatarios provinciales.
Criticó con dureza el rol “fundamentalista” del ministro Alberto Fernández y también el de algunos dirigentes agrarios.
Das Neves se animó a lanzar críticas contra el poder K y dice tener el respaldo de otras provincias.
—¿Qué evaluación hace de estas últimas semanas?, le preguntó el diario Perfil.
—Evidentemente no hay una sensación buena en la sociedad, producto de una confrontación muy extensa. Fue una discusión que pudo ser muy rica sobre qué tipo de país queremos. Hubo posiciones muy fundamentalistas y los cortes llevaron a una situación de desabastecimiento.
—¿Era necesario llegar a esa confrontación extensa?
—A eso voy. Yo lo que quiero dejar a salvo es esto: ratifico lo que dije el domingo pasado en mi provincia cuando fui muy duro con la posición de algunos ruralistas, pero también dije que hubo ausencia de autocrítica. Digo que quienes estuvieron en el esquema de las negociaciones no actuaron correctamente, más allá de que yo abono al esquema de retenciones con las que también me veo perjudicado en mi provincia. Creo que lo que no se generó fue un espacio de diálogo, pero tiraron demasiado de la soga. No participaron en la posibilidad de resolución de conflicto personas que yo entiendo por demás legitimadas, como los gobernadores. En la mitad del conflicto, les plantée a algunos funcionarios nacionales lo importante de reunir a los gobernadores.
—¿Cree que el conflicto con el campo escaló por un traspié de Alberto Fernández?
—Lo que me llama la atención es el nivel de estupor o de sorpresa porque me referí a un ministro. Pareciera que está prohibido plantar una disidencia, hay mucha gente que no quiere hablar por temor a no se qué. Yo digo que Fernández estuvo al frente de las negociaciones y se equivocó en la manera de comunicar. Me parece que Alberto Fernández tiró de la soga demasiado, ostentando un poder que nadie le ha dado. Me parece que los que tienen poder son los que pasan por las urnas y en ese sentido, me parece que él ha tomado medidas que produjeron una serie de enojos.
—¿Qué cree que se debería hacer en este caso?
—Esa debe ser una evaluación que debe correr por cuenta de la Presidenta. Lo que digo es que se cometieron errores, no es de los primeros, creo que hay lentitud sobre la resolución de los problemas. No puede ser que un gobierno, casi exitoso en sus acciones, tenga este tipo de inconvenientes. Esto lo digo y lo siento, y si no lo digo soy un hipócrita. Una de las cosas que hay que derrotar en la Argentina es la hipocresía.
—Ya suena una fórmula entre usted y Daniel Scioli.
—Con Daniel tengo una relación de muchos años. Cuando yo era candidato, los dos hicimos una campaña muy solos, el único que vino a la provincia a dar una mano fue él. El 2011 lo veo muy lejos todavía. Llevo 40 años de militancia, en los que en más de la mitad no tuve ningún cargo, y llegué por el voto. Hoy no pienso en la gestión.
—¿En este marco ríspido, habló con otros gobernadores, se sintió respaldado, hay malestar?
—Sí, por supuesto. Hay cuestiones que se plantean en forma reservada, creo que eso va en la impronta de cada uno. A mí no me disciplina nadie más que la gente que me ha votado.
—¿Tuvo respaldo de gobernadores?
—Hay mucha gente que está de acuerdo con que se han cometido errores, mucho más allá de las posiciones fundamentalistas de cierto dirigente o ruralista. Yo soy peronista porque amo la libertad y en ese marco me permito disentir con quien creo que tengo que disentir.