Se trata de la interna que se disparó por María, un software que gestiona el tráfico aduanero, manejado desde la AFIP, y que terminó con la salida de ambos del Gobierno
No podía ser de otra manera. La disputa entre Alberto Abad y Ricardo Echegaray empezó cuando María entró en sus vidas. Sí, María es el sistema que gestiona el tráfico aduanero.
Ellos libraron varias batallas, pero el punto máximo de tironeo fue la renovación del Sistema Informático María (SIM).
No era para menos, hay demasiado en juego: una licitación de u$s 90 millones –ya son casi u$s 91 millones– para renovarlo y el manejo de todo el comercio exterior. Desde las devoluciones de impuestos por exportaciones, hasta el control de todos los containers que entran y salen del país, pasan por el SIM, que aunque sirve para funciones de la Aduana está en la órbita de AFIP.
Echegaray estaba empeñado en “repatriarlo” empezando por la licitación de un nuevo sistema, algo para lo cual había recibido un guiño desde el pingüinismo más puro. Por eso figuraba como ‘Líder de Proyecto’ en el cambio de plataforma informática, algo que Abad decidió aceptar a regañadientes.
El ex administrador Federal de Ingresos Públicos solía comentar según publica el diario El Cronista, en la intimidad: “No me voy a prestar a una licitación que puede terminar como IBM-Banco Nación”. Abad sabía que era difícil formular un sistema propio con los recursos informáticos de la AFIP, y que el SIM es vulnerable, pero se resistía a encarar una licitación de apuro y probablemente desprolija.
Desde octubre, los tiempos de esta disputa se habían acelerado. Porque pocas semanas antes de las elecciones, Echegaray empezó a comentar que “durante el primer semestre del 2008 haremos una licitación para cambiar el Sistema María”. Por prudencia, esperó algún tiempo más para decirlo públicamente. Desde entonces, Abad insistió ante su principal interlocutor en la Casa Rosada, Alberto Fernández, con la hipótesis “se va él o me voy yo”, que finalmente terminó arrastrando a ambos.
Aunque parezca increíble, un sistema informático diseñado a principios de los ’80, poco apto para Internet y señalado por todos como vulnerable sobrevivió a los dos funcionarios que pelearon por él.
“Por ahí corren reintegros de plata, controles de precios y todo lo relacionado a la Aduana. El problema es que sus controles son fácilmente vulnerables”, reconoció un ex jerárquico de la Aduana el diario. “Si llega a fallar –agregó– se pueden autorizar transferencias de plata fraudulentas en apenas minutos”.
Algunos aduaneros todavía recuerdan cuando, a fines del año pasado, cinco cotainers “se perdieron” tras haber ingresado al polémico sistema informático. Un incidente que Echegaray buscó ocultar, pero en el que luego vio una oportunidad para fogonear una licitación para cambiarlo.
Mientras Abad y Echegaray ya están fuera del Gobierno, el fondo para renovar el SIM sigue creciendo, porque suma de a u$s 10 por cada operación que realizan los despachantes de comercio exterior.
Por eso la pelea se desató cuando se habían juntado u$s 90 millones, y ya se sumó un millón más en moneda estadounidense. Echegaray insiste que “el recambio del Sistema María fue una excusa para la batalla política interna que librábamos”, mientras que Abad no quería avalar ninguna licitación manejada por su rival.