Guinzburg y su mujer se conocieron en un pasillo de televisión. Se enamoraron, tuvieron dos hijos. A los 15 años de convivir se casaron y se amaron hasta el final
Por Roberto Aguirre Blanco
En una sociedad donde conservar una pareja parece una utopía, Jorge Guinzburg y Andrea Stivel conformaron una sólida unión matrimonial que los encontró trabajando muchas horas juntos, y a la vez, alimentado una historia de amor, que a casi dos décadas de haber comenzado, vivía un momento de eterna pasión.
El humorista y la hija de uno de los más grandes hombres de la televisión nacional, David Stivel, se conocieron en los pasillos del viejo ATC en 1987, cuando él ya era una figura conocida por “La Noticia Rebelde” y ella hacía sus primeras armas en el mundo de la TV.
El le llevaba a ella casi 15 años de diferencia y ella a él 17 centímetros de altura, sucesos que no fueron impedimento para que naciera entre ellos un afecto que mutó luego en un amor hasta estos días.
“Por razones obvias”, decía Guinzburg, al principio, se conectaron por cartitas que amigos llevaban y traían de una oficina de producción a la otra –lejos del chat y del Messenger— los protagonistas de esta historia finalmente se decidieron a salir juntos e intentaron mantener oculta la relación.
El estaba separado y tenía dos hijos, ella era un joven con sueños de crecer en su profesión y la ambición de formar una familia. La pasión devino en una convivencia y a partir de allí nunca más se separaron.
Andrea se convirtió en el “alter-ego” de Guinzburg y en su productora ejecutiva, una sociedad que hizo que ambos tuvieran más éxitos que fracasos.
Amaban irse de vacaciones juntos, viajar mucho y con toda la familia a cuesta, les fascinaba reírse de los demás cuando se veían juntos en las fotos, él como un autentico “Touluse Loutrec” y ella como una esbelta amazona.
Así construyeron una pareja fuerte que tuvo, según ellos mismo confesaron, algunos nubarrones “no más de tres” y con los “celos” como principal motivador.
“Yo tenia el rol de celoso, pero los perdí a manos de mi mujer”, confesó Guinzburg en una nota periodística, y en una especie de juego entre ambos siempre señalaron que fueron muy directos, uno con el otro, a la hora de los reclamos de pareja.
A pesar de trabajar tanto tiempo junto, se definían más como “una familia simbiótica”, a raíz de querer ir “juntos a todos lados”.
En 2002, cuando cumplieron “los quince” de concubinato decidieron casarse en una gran fiesta con sus hijos de testigos y la felicidad de todos sus amigos.
En los últimos años, siguieron demostrando la pasión intacta que existía entre ambos durante el programa “Mañanas Informales”, donde Andrea, como productora general, “tenía cortito” a su marido, tan predispuesto siempre a romper “ los esquemas fijados” en la previa del programa.
Allí, Guinzburg inauguró la costumbre de repetir al aire las “insultos amorosos” que su mujer le susurraba por el auricular de producción. Así el humorista, hacía cómplice a su público de una relación que lo hacía muy feliz.