Hace rato se viene debatiendo si alcanza con el rol del Estado para tratar de reducir los accidentes de tránsito.

Los conductores se enojan cuando alguien les dice que también hay una gran cuota de responsabilidad del otro lado en que se produzcan. Qué pisan el acelerador a fondo sin importar el contexto, que no respetan las normas de tránsito.

Si se confirma que los conductores del micro de El Rápido Argentino cruzaron con las barreras bajas, tal vez confiando en que podían "ganarle al tren", como mucho creen que le pueden "ganar al semáforo", quedará comprobado que la planificación, las previsiones y las decisiones más atinadas para la seguridad vial, pueden quedar en el olvido, ante la impericia y la imprudencia al volante.

¿Cómo controlar la negligencia de una dupla de conductores? ¿Cómo manejar el desatino en una decisión? ¿Cómo se guía la irresponsabilidad? Preguntas recurrentes ante una tragedia, preguntas que en muchos casos no encuentran respuestas.

El accidente que causó al menos 18 muertos y 47 personas resultaron heridas tras el choque de un tren con un autobús en una intersección en la ciudad de Dolores puede ser la fiel muestra de que no todas las catástrofes están supeditadas a la seguridad y la reglamentación.

La barrera del tren estaba baja, los rieles seguían su camino de largos años y el tren seguía su trayecto como todos los días. De esto se desprende, que la razón del accidente hay que buscarla en la negligencia de sus conductores.

¿Qué habrá pasado entonces? Los conductores vivieron para contarla y deberán dar explicaciones.