Un supuesto plan elaborado por el flamante ministro de Economía circuló en los últimos días por las redacciones y fue publicado. El autor no era él. Los detalles
Como Martín Lousteau anunció que no adelantaría sus ideas para no interferir con el actual ministro, algunos creyeron encontrar la “primicia” en las versiones desatadas alrededor de un discurso del gobernador Felipe Solá, supuestamente basado en un “documento” realizado por el actual titular del Banco Provincia.
No pasó mucho tiempo para que la versión se transformara en una “información indudable” y el paper en cuestión fuera presentado como el futuro plan económico de Lousteau en las portadas del diario La Nación y del periódico Perfil. En una investigación paralela, Página/12 estableció sin lugar a dudas que el autor del documento no es el próximo ministro sino el representante argentino ante el BID, Eugenio Díaz Bonilla, otro economista sin duda respetable, pero que nunca soñó que sus “ideas para el debate”, enviadas a su amigo Solá, provocarían semejante revuelo.
En una nota del periodista Luis Bruschtein, se señala que la supuesta “primicia” se proyectó a través de los medios con tanta fuerza que varios funcionarios consultados no podían responder a ciencia cierta sobre el supuesto plan. La potencia de estos enredos comunicacionales, a veces ingenuos y otras con toda la mala intención, a veces llevan la duda hasta los mismos protagonistas. Solamente los directamente implicados pudieron dilucidar el intríngulis de un plan que nadie propuso pero que ya estaba alegremente instalado. Página/12 habló con el gobernador Solá –que negó de plano la versión– y con íntimos allegados a Díaz Bonilla, director ejecutivo por Argentina y Haití en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), quien fue efectivamente el autor del paper que utilizó Solá y que le fue falsamente asignado a Lousteau.
La comedia de enredos comenzó el miércoles cuando el gobernador Felipe Solá habló en la conferencia anual de la Unión Industrial Argentina (UIA). El clima de contexto incluía cierta desazón por el alejamiento de Miguel Peirano, suavizada por el anuncio de su reemplazo por Lousteau, una designación que los empresarios recibieron de buen grado, pese a que no tienen con él el mismo nivel de familiaridad que tenían con el ministro saliente. En el encuentro participó el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, que hizo un anuncio concreto sobre la creación de un banco de desarrollo para apoyar los proyectos industriales. Entre tanta movida, Solá puso su grano de arena incorporando a su discurso algunas propuestas concretas en el campo de la economía.
Los industriales fueron sorprendidos por el discurso de Solá. En este tipo de reuniones, el gobernador bonaerense no suele referirse en forma tan concreta a la macroeconomía, pero lo cierto es que no hay ninguna ley que se lo prohíba. Como su nombre no figuraba en ninguna de las grillas del futuro gobierno para el área de Economía, supusieron que había un mensaje implícito en sus palabras. En las policiales es común decir “cualquier cosa que diga será utilizada en su contra”. En este caso no fue utilizado en su contra pero cada una de sus palabras fue analizada como si fueran las del profeta Isaías. Y empezaron las versiones. Algunos dedujeron que se trataba de una adelanto de lo que haría Lousteau. Solá había aclarado que se trataba de un economista joven que se encontraba fuera del país. Los más inteligentes “dedujeron” que era un juego para encubrir a Lousteau. Casualmente, el paper había llegado a manos de Solá cuando Lousteau se encontraba en la India participando de un “Congreso sobre Federalismo”.
Pero la semilla estaba sembrada y la idea de que el autor del famoso paper fuera Lousteau resultaba atractiva porque algunos de los puntos señalados podrían plantearse como cambios en la estrategia económica que fue desarrollando el kirchnerismo. Este diario, que reveló la versión identificada como tal el mismo jueves, dedicó el día siguiente a verificarla con resultado negativo: el propio gobernador bonaerense se encargó de disipar las sospechas. Lamentablemente para el periodista que buscaba profundizar en la primicia (ver nota de Marcelo Zlotogwiazda), el autor de las medidas comentadas por Solá no era el futuro ministro de Economía sino el representante argentino ante el BID, también fuera del país por esa fecha. Algo nada sorprendente ya que la sede de su trabajo es en Washington. En la edición del suplemento Cash de ayer, enviada a la imprenta en la madrugada del sábado, el propio Zlotogwiazda hace una interesante reflexión a partir de las ideas de Díaz Bonilla, correctamente identificado como el autor de las “ideas para el debate” reseñadas por el gobernador bonaerense.
El sábado, sin embargo, el falso plan ya estaba en la portada de la edición del periódico Perfil: “El plan que Lousteau le presentó a Cristina antes de renunciar Peirano”. Y el domingo en la de La Nación con un título más audaz: “Planteará Lousteau cambios al modelo”.
El primer sorprendido resultó el propio Eugenio Díaz Bonilla. No sólo al descubrir que sus ideas eran adjudicadas a Lousteau, sino por la interpretación que adquirían en las dos publicaciones. Según relataron a Página/12 fuentes muy cercanas al economista (ver aparte), las propuestas contenidas en el paper coinciden en lo central con la estrategia económica del kirchnerismo y no se plantea ningún cambio de ejes. Sin embargo –insistieron en aclarar las fuentes–, algunos de los puntos, tomados fuera de contexto, podrían indicar una inclinación hacia programas que ha formulado la oposición durante la campaña electoral.
En La Nación, la previsión de un crecimiento de la economía al seis por ciento se plantea como “bastante más baja que el 8,5 o 9 por ciento que la administración actual buscó sostener con el impulso de la demanda interna, aún a riesgo de fogonear la inflación”. Este planteo se asimila a la propuesta de “enfriar la economía”, planteada desde la Coalición Cívica de Elisa Carrió, por el ex titular del Banco Central, Alfonso Prat Gay.
De la misma manera, la propuesta de negociar la deuda impaga con los bonistas que rechazaron el canje de deuda realizado hace dos años, es presentada como contrapuesta a la negativa de Kirchner a negociar con estos acreedores. El paper plantea la posibilidad de abrir un canje de títulos a cambio de inversión real.
El diario se encarga de resaltar que esto ya se hizo en Argentina y elige, como por casualidad, el ejemplo de que así se construyó el hotel Four Seasons. Sin embargo, el caso resulta por lo menos polémico, porque esa operación derivó en una denuncia por “lavado de dinero”, relacionado con el cuestionado inversor saudita Gaith Pharaon, que terminó rozando al economista Javier González Fraga, elegido por Lavagna como su ministro de Economía en caso de que hubiera ganado las elecciones. Como, a su vez, Lousteau fue discípulo de González Fraga, los entrecruzamientos podrían llevar a conclusiones escandalosas. Sin embargo, se esforzaron en resaltar los íntimos del autor de las propuestas, consultados por este diario, éstas aparecen fuerza de contexto, porque en todo el desarrollo del paper Díaz Bonilla justifica la política de Kirchner con los “holdouts”.
Además, el documento planteaba como objetivo llevar el índice de pobreza del actual 16,3 por ciento a sólo el cinco por ciento en 2011, aunque la desigualdad sólo bajaría, según el índice de Gini del 0,48 al 0,44, que es el actual de Uruguay. Y con respecto a la desocupación se pone la meta de bajar del actual 8,5 por ciento a un nivel en el que sólo figuren en este índice quienes se encuentra desocupados en forma transitoria.
Curiosamente, nadie conoce hasta el momento la opinión de Lousteau sobre las ideas de Díaz Bonilla. Si le parecen interesantes y aplicables o no. Lo único seguro es que a pesar de lo publicado no son de su autoría.
La particular dinámica de los medios logró en pocos días convertir el discurso de Solá del miércoles, que sólo mencionó algunos aspectos del documento, en el plan del futuro ministro de Economía que habría sido entregado a la presidenta electa cuando su supuesto autor se encontraba en la India y antes de que se confirmara el alejamiento de Peirano.
Con tantos “detalles”, la versión mediática podía llegar a parecer más verdadera que la siempre menos excitante realidad. Se había logrado instalar un plan jamás planteado, provocado repercusiones entre los operadores de los mercados financieros y hasta desatado polémicas entre renombrados economistas que opinaron sobre la pertinencia y calidad de las medidas que supuestamente pensaba encarar el futuro ministro. Tanto movimiento vino a confirmar algo que en los medios ya no resulta una novedad: muchas veces la realidad virtual, peligrosamente, es la única realidad.