Por Adrián Taccone

Con una Doha inundada por la imagen, siempre omnipresente, de Diego Maradona, y a dos años de su fallecimiento, Argentina sacó a flote un partido complicado frente a una México que buscó el empate para seguir haciendo cálculos y complicar la clasificación albiceleste. El 2 a 0 fue trabajoso, pero sin dudas merecido, porque sin demasiado vuelo y brillo, los de Lionel Scaloni fueron dominadores.

Los nervios, que a veces suelen ser agoreros, entumecieron las piernas de algunos jugadores y si bien Messi fue el centro de la escena, pero México armó un esquema para que no pudiera tener resquicios, y así y todo el propio "Lio" abrió el partido con un zurdazo tremendo.

Hace cuatro años Maradona alentó a un equipo turbulento, que tenía a Messi, pero a Jorge Sampaoli como entrenador, y la imagen suya al borde del colapso en el partido con Nigeria, sigue surcando los cielos.

Pero además de esas coincidencias, que muchas veces pueden ser llevadas de los pelos, Enzo Fernández se vistió de "Cani" y así como Claudio Caniggia recibió el balón de Maradona en Estados Unidos 94, para marcar el segundo tanto frente a Nigeria, el pase se lo dio Messi para sacar un derechazo de una calidad tremenda para el segundo gol ante México.

El planeta fútbol está expectante sobre la posibilidad de que Messi pueda alzar la Copa del Mundo, algo que le falta a su palmarés personal y es casi una obsesión para el rosarino, y desde algún lugar de "otro plano", seguramente Maradona también están queriendo que eso suceda.

Lo que queda, al igual que frente a México, serán todas finales. Sin tiempo para dudas y con la convicción que más allá de las cábalas, la fe, la creencia y cualquier tipo de amuleto, lo que marca la diferencia es el juego en equipo y la "lámpara" que pueda frotar Messi en algún momento del partido.