Por Adrián Taccone
Violencia sin fin, porque soluciones no hay
20 de marzo de 2011
La violencia en el fútbol argentino es, a esta altura de la historia, un mal endémico, porque nadie, desde la máxima autoridad, hasta el más humilde de los hinchas, hace nada para que lo anormal no sea normal, y la muerte quede erradicada de las canchas argentinas.
La última muerte se registró en los alrededores del José Amalfitani, en el duelo entre San Lorenzo y Vélez, que también por historia, es uno de los partidos considerados de "alto riesgo", debido a la rivalidad de ambas parcialidades.
En la semana, los presidentes de ambos equipos se reunieron y dijeron que estaba todo bien para que el partido se disputara sin inconvenientes, y así permitieron que los hinchas azulgranas pudieran concurrir al estadio de Liniers, dado que las autoridades de seguridad hubieran preferido que no concurriera el público visitante.
Pero la sinrazón volvió a hacer su presencia. Con hinchas de Vélez arrojando elementos a la cancha, agrediendo a Pablo Migliore y luego los simpatizantes de San Lorenzo se exaltaron con el anuncio de la muerte del hincha Aramayo, de 36 años, en inmediaciones del estadio.
¿Hubiera servido que el árbitro Sergio Pezzotta decidiera cambiar los arcos al inicio del cotejo? (Migliore estaba de espaldas a la hinchada de Vélez y Barovero a la de San Lorenzo). ¿Quién lo sabe?
¿Hubiera sido más seguro que los hinchas de San Lorenzo no concurrieran? Puede ser, pero entonces se deberá tomar conciencia de que las acciones que se tomaron hasta el momento no han dado sus resultados.
Este nuevo muerto se dio al fin de una semana en la que la Justicia empezaba el juicio contra los hermanos Alan y William Schlenker, acusados por el crimen de Gonzalo Acro, por una interna en River.
Nadie debe dejar pasar este hecho, que es grave, preocupante y alarmante, pese a que algunos quieran hacer creer que la muerte en un estadio de fútbol es "normal".