¿Quién podía imaginar que en sólo 11 minutos, y con dos goles menos, Argentinos podría escribir una de las páginas más emotivas de su historia deportiva en Primera División? Seguramente ni el más fanático de sus hinchas.

En ese mítico templo llamado "Diego Armando Maradona", en Boyacá y Agustín García, los hombres dirigidos por Claudio Borghi revirtieron lo que ya parecía cosa juzgada, que Estudiantes, llegue a la última fecha dominando las posiciones y que Independiente vuelva a tener chances de pelear el título.

Sin nombres rutilantes, pero con una fe inquebrantable, que hacen de la filosofía del buen juego impuesta por su técnico una carta de presentación, Argentinos fue fiel a su propia historia y quedó a las puertas de una nueva consagración, a 25 años de su última conquista nacional.

La tenacidad del interminable José Luis Calderón, quien a sus casi 40 años marca un camino para una camada de jugadores que no saben lo que es salir campeón, y con su esfuerzo se erige en ejemplo, es un mojón en esta búsqueda del título del "bicho".

Nadie le va a sacar méritos a lo que hizo el equipo de La Paternal, pero en algún punto que esté puntero también es responsabilidad del mal cierre de torneo que tuvo Independiente, que no supo conseguir resultados positivos en momentos clave y terminó perdiendo toda chance.

Pero tampoco hay que olvidar que el conjunto con más chances era Estudiantes, que redondeó un amargo empate a cero con Rosario Central, y por más que la gente del "Pincha" polemice, la expulsión de Juan Sebastián Verón, por parte de Federico Beligoy, fue acertada.

Está visto, una vez más, que el fútbol tiene matices de todos los colores, ahora todo se definirá en la última fecha, donde la fe de Argentinos puede servirle en bandeja un nuevo título.