Ya se está viviendo la recta final para el Mundial de Sudáfria 2010, en donde las esperanzas del fútbol de todo el planeta se renuevan, como cada cuatro años, para poder saber quién se quedará con la gloria, el éxito y la pasión de este deporte que mueve millones de almas.

Argentina, como tantos otros, pero de manera muy particular, rige sus años calendarios futbolísticos por la suerte que muchas veces corre en los mundiales y sin dudas es una de las potencias de este deporte, con dos títulos conseguidos en 1978, siendo local, y en 1986, en México.

Para esta nueva cita, Argentina llega sin tantos pergaminos, pero con dos "ases" en la manga, como lo son Diego Armando Maradona y toda su historia mundialista, esta vez desde el banco de suplentes como DT, y de Lionel Messi, el mejor jugador del mundo en la actualidad, quien sin embargo debe rivalidar sus títulos obtenidos con el Barcelona de España, luciendo la celeste y blanca.

Argentina comprondrá el Grupo B, junto a Nigeria, Corea del Sur y Grecia, pero lo verdaderamente real es que deberá reveritr una imagen de los últimos tiempos, en donde se clasificó agónicamente, pero además sucedieron cuestiones extrafutbolísticas que a veces no dejan bien parada a la selección, ni al fútbol que representa.

Ahora, ahí nomás, a la vuelta de la esquina está el Mundial, la pasión, la angustia, la alegría, el vivir un mes pendiente de partidos que nunca veremos, como Costa de Marfil ante Corea del Norte.

Maradona ya tiene más del 50 por ciento de la lista de jugadores resulta y ahora sólo queda saber algunas plazas en ese avión que llevará las ilusiones de 40 millones de argentinos que buscan en esos 23 ser alguien en el mundo futbolístico.

En lo inmediato está el amistoso ante Alemania, en Munich, que servirá de termómetro y medida para saber en qué lugar está el equipo de Maradona, qué deberá ajustar y que piezas necesita para conformar el "equipo de todos".