La primera impresión y comentario que surge al conocerse la triste historia del despiste del alemán Mirco Schulti, que derivó en la muerte de una joven de 28 años y dejó heridas a otras 8 personas, es la de la tristeza y la desolación.

Sin embargo, también lo primero que uno pregunta es si la gente estaba en los lugares correspondientes para ver una carrera exigente para los pilotos y peligrosa, no sólo para ellos, sino también para los espectadores.

Se supo entonces que la mujer fallecida, identificada como Natalia Sonia Gallardo, de 28 años, estaba -junto a las otras personas atropelladas- en una zona no permitida, a un kilómetro y medio del ingreso a la localidad cordobesa de Alpa Corral.

Todos los recaudos que la organización del Rally Dakar le pide a los pilotos y a los diferentes equipos, también los hace extensivas a los espectadores, y les marcan los sitios seguros para poder ver el paso de los autos.

Pero la "pasión por los fierros", que a veces es mal interpretada por los propios espectadores, hace que la imprudencia sea una convidado de piedra en este tipo de eventos mundiales.

Lógicamente que se lamenta toda pérdida de una vida humana, pero este tipo de hechos nos debe hacer pensar que a lo mejor no todo tiene que ver con la fatalidad, la coincidencia o la "mala suerte". Es momento de reflexionar, para no tener que escribir nuevamente sobre estas tragedias sin sentido.