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Por Adrián Taccone
Por Dios, que no ganen los violentos
15 de marzo de 2009
En este fútbol argentino en el que parece que el "vale todo" es moneda corriente, en que la pelea mediática de Juan Román Riquelme y Diego Maradona divide aguas a cada paso, hay algo que no puede dejarse pasar más. La violencia.

Los violentos, esos que dicen ser hinchas de fútbol y utilizan los colores de un club -apañados por dirigentes inescrupulosos- para sembrar el miedo y la barbarie, han dado el presente una vez más.

Así como hace un tiempo los "borrachos del tablón" de River crearon pánico en los quinchos del estadio Monumental y luego se cobraron la vida de Martín Acro, ahora fue la interna de la hinchada de Boca la que es tapa de los diarios.

En un domingo apasible como cualquier otro, los violentos dijeron que ellos debían ser los dueños de la calle, y con arma en mano dispararon su irracionalidad contra otros iguales a ellos, pero sin medir que en el medio había gente común que quería disfrutar cosas muy diferentes a las de ellos.

Se habla de divisiones en el seno de la barrabrava "xeneize" por el dominio del liderazgo. También de viejas rencillas aún no dirimidas y hasta la cesión de entradas para "reventa", todo esto, con algún tipo de conocimiento por parte de la gente ligada al club de la Ribera.

¿Quién tiene la culpa de todo esto?. Seguramente que el hincha que quiere ver fútbol sin estos condimentos, no. Tampoco el hincha que paga su entrada y lo único que le sirve es si Boca gana, y se entristece si pierde.

Pero siempre se dice que hay una "hinchada paralela", esa que vive de algún tipo de "beneficio" de los clubes, que hacen de la violencia su modo de vida y contra eso parece que no hay remedio.

Cada tanto, un domingo nos sorprende con disparos, con corridas, heridos y hasta muertes. La ciudad es propiedad de ellos. Por Dios, lo que quieren al fútbol, no los quieren a ellos. Que no ganen los violentos.