Por Adrián Taccone
Se hunde el Titanic y el capitán no se inmola
19 de octubre de 2008
River es por estos días como el Titanic -el recordado transatlántico que se hundió en 1912 al chocar con un iceberg-, está a la deriva, todos gritan y llegó al fondo de la tabla, tras la derrota en el superclásico frente a Boca por 1-0, teniendo el equipo "xeneize" un hombre menos.
Sin embargo, Edwards J. Smith, el capitán del enorme barco, decidió inmolarse en la tragedia, en una muestra de honor para con la nave que comandaba, un acto de coraje que parece que en el fútbol pocas personas están acostumbradas a imitar.
Ahora, luego de salir campeón, Simeone parece decidido a quedarse estaqueado a su asiento en el banco de River, sin admitir que el equipo es un desastre, no juega a nada y además no consigue resultados positivos.
Se aferra a la Copa Sudamericana, un torneo que varios clubes argentinos consideran "menor", pero el cual ponderan cuando se quedan sin otras chances en torneos locales.
River es como el Titanic, hundido en el fondo de la tabla, sin nadie que le dé un salvavidas -recordar que Ariel Ortega, el único símbolo, fue sacado del plantel y recaló en el Nacional B- y sin embargo su capitán (no es otro que el Cholo Simeone) continúa en su puente de mando.
¿Cuándo entenderá Simeone que el equipo es un desastre? Que su fórmula -que antes era ganadora- ya no lo es, y que en River, como en cualquier equipo grande, los resultados mandan.
Ya una noche River pasó vergüenza con San Lorenzo para quedar eliminado de la Copa Libertadores, y ahora es un equipo sin alma, lejos de su historia y más cerca de la mediocridad.
Hace 8 partidos que no gana, sólo tiene gajos de glorias pasadas y sin embargo Simeone sigue siendo el entrenador.
En la semana, argumentos como estos derivaron en la salida de Alfio "Coco" Basile de la selección nacional. La experiencia del vozarrón del fútbol no pudo hacer nada ante la ausencia de resultados positivos. Tal vez Simeone deba aprender a mirar a su alrededor.