Por Adrián Taccone
La defensa del buen juego, tarea pendiente
6 de abril de 2008
La imagen vale más que mil palabras y muchas veces, en este fútbol desvirtuado de hoy en día, se pondera la mediocridad a la capacidad técnica.
El juvenil Diego Buonanotte tuvo la "osadía" de emular a Juan Román Riquelme, en quizás una de las mejores jugadas que este bendito deporte-arte tiene, la de "tirar" un caño de espalda, pisando el balón y dejando en ridículo al defensor rival.
Riquelme tuvo como víctima al colombiano Mario Yepes, en la Bombonera, durante un clásico por Copa Libertadores.
Lo de Buonanotte fue más modesto. Ante Santiago Hoyos, defensor de Lanús, en un partido por el torneo Clausura.
En aquella oportunidad el colombiano no apeló a ningún arma desleal para impedir que no sólo la parcialidad rival, sino también todos aquellos a los que nos gusta el buen juego, pudiéramos disfrutar el cierre de una obra maestra, el balón pasando por entre sus piernas ante el toque de Riquelme y el jugador llevándose la pelota hacia el área rival.
Sin embargo, Hoyos no entiende que los virtuosos son un factor fundamental en el juego del fútbol y sin miramientos revoleó por el área la diminuta figura de Buonanotte.
Muchos podrán decir, con ese afán tribunero y falsa moral de justicia, que la actitud de Hoyos está bien, porque se hizo respetar y evitó una cargada a posteriori.
Los restantes, aquellos que queremos que a los habilidosos se los considere, cuide y respete, estamos en contra de esa actitud un tanto patoteril.
Nada hace justificar la violencia, ni fuera, ni dentro del campo de juego. Todos admiramos un caño, un sombrero o una rabona, como la victoria y el buen desempeño colectivo. No matemos a la gallina de los huevos de oro, sino luego será tarde para lamentarse.