"Que se vayan todos, que no quede ni uno solo", ese fue el canto preferido por los verdaderos hinchas de River para contrarrestar la ira y la sinrazón de un grupo que dice querer los colores "millonarios", pero están inmersos en sus propios intereses, con un grado de violencia que supera el sentido común.

"Los Borrachos del Tablón", "La Banda del Oeste", o como quieran llamarse, no son otra cosa que un grupo de delincuentes devenidos en hinchas que sólo sirven para los intereses propios y de algún ajeno, que nunca se sabrá, porque todos los niegan, pero también muchos apañan.

Lo que sucedió en el estadio de Vélez Sarsfield, con heridos, corridas y golpes de todo tipo y color, fue una nueva obra de la barbarie, que nada tiene que ver con el hincha que quiere al club y sus colores.

La historia de River, rica en títulos, jugadores y demás cuestiones, no se merece que un reducido grupo de fascinerosos se apodere de un lugar que está destinado a compartir y desde el cual se piden otras cosas, no violencia.

Alguien tiene que poner coto a una situación que no da para más, que siembra miedo y marca la desidia de la dirigencia de River para poder tomar cartas en el asunto.

Nadie puede decir que esto fue un hecho aislado, la memoria del crimen de Gonzalo Acro no lo permite y por ese motivo, por alguien que fue asesinado por haber sido parte también en este tipo de grupos violentos, que actúan como viven y molestan a los demás.