Al saber un equipo que debe enfrentar a Boca no sólo tiene una preocupación, por lo que significa el conjunto "xeneize" dentro del contexto nacional e internacional, sino que si a eso se le agrega que dentro de los titulares puede estar Juan Román Riquelme, la preocupación se agiganta.

Es que si Riquelme está motivado, contenido y en un ámbito como la Bombonera, Boca juega con un jugador más.

Así quedó demostrado en la goleada 4-0 sobre Argentinos Juniors, en la que precisamente Riquelme no marcó ningún tanto, pero hizo girar el juego "xeneize" a su antojo, y por ende manejó los tiempos del partido.

El sacrificio del equipo tiene que estar al servicio de la creatividad de Riquelme, porque cuando eso pasa, el ex hombre del Villarreal no defrauda y saca de su cerebro jugadas impensadas, como la del segundo gol que marcó Palacio.

Boca se vistió con el traje de candidato, no en la goleada ante Argentinos, sino desde el mismo momento en que repatrió a Riquelme, cuya clase parece estar un escalón por encima del resto de los futbolistas del ámbito local.

Mientras Boca tiene a Riquelme, River aún pena por saber a qué juega, quien puede ser el conductor del equipo y cuándo se plasmará en el césped lo que su entrenador Diego Simeone pretende.

Apenas rescató un empate sin goles ante Newell's en Rosario, y todo gracias a la buena actuación de su arquero Juan Pablo Carrizo.

El San Lorenzo de Ramón Díaz tampoco arrancó con buen pie, pese a que tuvo todo a su favor para vencer a San Martín de San Juan, terminó penando un error de Gastón Aguirre y un penal de Sebastián Brusco, para el 1-0 en contra.

Independiente quiere recuperar la mística perdida, algo que parece el colombiano Freddy Grisales está en condiciones de fabricar, y por eso no extrañó el 4-1 sobre el encumbrado Tigre.

Allá pena también Racing, deambulando en un mar de dudas, sin demasiada orientación en su rumbo.

Más acá, en silencio y sin hacer demasiado ruido, Vélez llegó a la punta con un Hugo Tocalli que sabe lo que es el trabajo a largo plazo.