El torneo Apertura de fútbol se definirá entre dos equipos que, más allá de la regularidad que demostraron a lo largo del certamen, exhibieron muy buen juego colectivo e individual, como lo son Lanús y Tigre.

La muestra del buen juego desplegado de ambos equipos, más allá de los números de sus campañas, estuvieron dadas en la goleada de los "granates" a Gimnasia y Esgrima La Plata por 4-0 y la excelente victoria del "matador" sobre Boca por 2-1, luego de ir perdiendo.

Se podrá decir que el torneo no tuvo el nivel que otros anteriores, o que los equipos grandes carecieron de argumentos como para llegar hasta la última fecha con chances concretas de ganar.

Pero eso sería minimizar el trabajo ordenado de Ramón Cabrero en Lanús y Diego Cagna en Tigre, dos hombres que -con sus estilos y experiencias- saben armar un grupo, un plantel de jugadores y mantener firme el rumbo hacia un objetivo.

Seguramente cada uno de los planteles tendrá jugadores que se destacan más que otros. Por goles, despliegue, habilidad o experiencias, pero todo queda resumido en la unión que existe en pos de un juego colectivo, que hace mucho más atractivo los logros obtenidos hasta el momento.

Siempre se dice que para salir campeón se deben sumar más puntos que el resto y que ese equipo es el mejor, más allá de que su juego no sea el más bonito.

Tigre hace de la pelota al ras del piso un culto y Lanús le pone entrega y variantes a un patrón de juego que, no por conocido, deja de ser novedoso.

Las campañas de Tigre y Lanús deberán hacer reflexionar a más de un entrenador o dirigente de clubes grandes que piensan que con una billetera o el lobby que puedan hacer en la AFA, se ganan campeonatos. Por suerte siempre hay otra verdad.