Boca está compuesto por jugadores experimentados que saben lo que es estar en instancias finales y cómo enfrentarlas, si bien en algún momento se llevó a niveles superlativos la figura de Carlos Bianchi, con el que el conjunto "xeneize" ganó todo lo que se propuso.

Ahora esos mismos hombres, con algunas variantes pero guiados por Juan Román Riquelme, están a tan sólo un paso de conseguir la sexta Copa Libertadores para Boca y seguir haciendo ellos mismos su propia historia.

La clave de este equipo, más allá de los matices, sigue siendo la fuerte personalidad de sus individualidades, que permiten conformar un conjunto uniforme en el que cada pieza tiene un rol importante.

Ya no están ni Oscar Córdoba, ni Roberto Abbondanzieri, pero Mauricio Caranta se ganó su lugar en el mítico arco boquense.

Hugo Ibarra sigue haciendo de su lateral un lugar inexpugnable y del otro lado -el izquierdo- se nota que el regreso de Clemente Rodríguez le dio al equipo variantes y más profundidad en ataque.

El mediocampo es, como las históricas líneas medias de Boca, combativo y con juego, que permiten darle oxígeno a los compañeros, y en esa tarea están Pablo Ledesma (pensar que Alfio Basile en principio no lo quería) y el joven Ever Banegas.

Riquelme es sin dudas la estrella que sigue iluminando el firmamento boquense, con una capacidad de juego espectacular, que hace lucir a cada uno de sus compañeros. Pero a esas capacidades innatas de su juego, Román le agregó gol, y no por nada es el máximo artillero de Boca en la Copa.

La delantera es exclusividad de Palermo y Palacio, quienes pese a perderse por momentos goles increíbles, siguen marcando presencia en la red.

La consagración está a la vuelta de la esquina. Sólo falta un pasito más para que la gloria sea nuevamente azul y amarillo.