Los rutilantes nombres de Juan Román Riquelme o Juan Sebastián Verón siempre son atractivos para el hincha de fútbol, sin embargo, en una época en que los violentos dominan la escena, aparece Martín Palermo para emocionar con un tremendo golazo.

Palermo ha vivido de todo en su vida, de las buenas y de las malas. Multicampeón con Boca, no tuvo un buen paso por Europa (Villarreal mediante) marcó más de 150 goles y sin embargo, una noche erró tres penales con la selección argentina (Copa América 99).

Sufrió una grave lesión ligamentaria que lo marginó seis meses de las canchas y cuando volvió le hizo un gol a River, en un superclásico por la Copa Libertadores.

Pero si algo le faltaba a este tremendo goleador del fútbol argentino, al que se le puede criticar su forma de jugar aunque nadie duda de su efectividad cuando el equipo lo necesita, era marcar un gol desde la mitad de la cancha.

Premio a su tozudez, a no bajar los brazos y a pelear cada pelota como si fuera la última, algo que efectivamente sucedió el pasado sábado, cuando desde 50 metros venció al juvenil Oscar Ustari para darle el 3-1 a Boca sobre Independiente.

Los goles no se consiguen en un shopping, ni se compran en la góndola de un supermercado, se trae consigo, desde casi el mismo momento de nacer. Palermo lo sabe y por eso ese gol soñado, es su merecido premio.