Otra vez los violentos hicieron de las suyas. Amenazaron, provocaron daños en los automóviles de los jugadores de River, se ampararon en la impunidad y se mueven con una frialdad que por momentos da miedo.

Las amenazas de muerte proferidas al presidente de River, José María Aguilar no hacen más que ratificar lo que todos creen, que los violentos siguen actuando. Están latentes y nadie hace nada por detenerlos.

Hoy son amenazas y pinchaduras de automóviles, pero no debemos olvidarnos que también hubo muertes y heridos por doquier en cada intervención de las barrabravas. La historia negra del fútbol argentino.

Sin dudas también un grado de responsabilidad tiene la dirigencia del fútbol, que en muchos casos apaña y apoya económicamente a los violentos, ya sea a través de entradas, dinero o "favores", que nunca nadie querrá blanquear.

Tampoco hay que olvidar que estos mismos barrabravas que ahora amenazan a Aguilar fueron los mismos que hace poco tiempo estuvieron en Paraguay y provocaron graves incidentes en la platea.

Alguien debe poner coto a toda esta situación. Porque así se van destruyendo los valores que el fútbol tuvo desde sus comienzos, el de ser un juego y luego un deportes.

Nada puede justificar la violencia, en ninguno de sus órdenes. Pero a veces parece que en Argentina se acostumbra a lamentarse sobre la leche derramada y no apagar el fuego antes de que esto suceda. Ojalá los violentos dejen de existir, por el bien de todos.